El encarecimiento de un alquiler en Rosario para los estudiantes que provienen de otras localidades, precipita cambios en los usos y costumbres de este segmento del mercado, compuesto por más de 40.000 jóvenes que vienen a cursar una carrera de grado. Esta franja de la población de la ciudad afrontará en las semanas venideras gastos que superan los 30.000 pesos por cabeza si se trata de suscribir un contrato de locación nuevo, según evalúan en la ONG Concejalía Popular. Este panorama difícil inspira propuestas alternativas, como el de la Unión de Inquilinos, que aboga para que comunas y municipios de la región instalen albergues estudiantiles para sus jóvenes que deben radicarse en Rosario durante el cursado y así eludir los contratiempos y pesares que conlleva alquilar.

El referente de Concejalía Popular, y coordinador del Consejo Asesor de la Vivienda en la Oficina Municipal del Consumidor, Ariel D'Orazio, estimó que un estudiante debe disponer para alquilar este año un departamento módico no menos de 30.000 pesos si pretende habitarlo sin compartir gastos con nadie. Eso le llevará afrontar gastos como comisión, sellado, averiguación de garantías, gestionar el medidor de energía eléctrica, el primer mes de alquiler, y seguro. "Y si además debe pagar una mudanza y si le piden depósito de garantía, la cuenta puede llegar hasta 40.000 pesos para arrancar", advirtió. Los que deben renovar contrato evitan algunos de esos gastos, pero se encuentran con incrementos de cánon del 30 por ciento en promedio.

Hasta 2017, la Universidad Nacional de Rosario tenía 81.751 alumnos: 16.840 ingresantes y 64.911 reinscriptos. De esos números hay que contemplar que la mitad, aproximadamente, proviene de otras latitudes ajenas a Rosario. Y a ese conjunto debe contemplarse los estudiantes foráneos de universidades privadas, la UTN y los institutos terciarios.

Desde la Unión de Inquilinos, Dorian Fernández enfocó este aspecto del problema del hábitat urbano, luego del año en el que la Ley de Alquileres volvió a naufragar en el Congreso de la Nación.  "Por estadísticas y censos venimos realizando, tenemos que un gran porcentaje ha tenido que replantear su situación. Sobre una población de inquilinos universitarios que supera los 40.000 en nuestra ciudad, un porcentaje importante ha tenido que ver alternativas tales como buscar unidades más pequeñas o alejadas de las zonas privilegiadas por la proximidad a las casas de estudios superiores, mientras que los menos afortunados debieron buscar con quien compartir espacios, perdiendo confort; otros, ahogados por los gastos fijos y los últimos aumentos, debieron buscar asilo en pensiones", describió. Asimismo, aseveró conocer casos de estudiantes que decidieron volver a sus localidades de origen para continuar sus estudios como alumnos libres y sólo venir a Rosario para consultas o exámenes.

"Desde hace ya algunos años venimos trabajando en un proyecto que pretende que cada localidad tenga su sede en Rosario y allí se alojen los estudiantes, brindándole las condiciones adecuadas y que para permanecer allí deban demostrar resultados y continuidad en sus estudios, y así evitar el abuso de las inmobiliarias", señaló.

D'Orazio disiente en cuanto al corrimiento de estudiantes hacia locaciones fuera del área central. "Eso se da en las familias inquilinas, pero los estudiantes quieren estar cerca de la facultad, y salvo las de La Siberia, todas están en el centro", dijo. Pero sí coincidió en percibir que los inquilinos universitarios "se agrupan más y en unidades más reducidas para gastar menos; también en departamentos de menor calidad; y hay más demanda de pensiones y alojamientos estudiantiles", observó.