A las cuatro de la tarde, el sol rajaba el asfalto de la 9 de Julio. A pesar del calor, desde Belgrano y hasta la Plaza de la República, Bernardo de Irigoyen y su continuación estaban repletas de manifestantes de agrupaciones políticas, sociales y sindicales, esperando para llegar hasta el núcleo de la concentración que los llamó a la calle: un “piletazo” para señalar que pasaron tres años desde que en Jujuy y sin condena firme fue encarcelada la dirigente social Milagro Sala. “Las piletas simbolizan la obra de Milagro y de la Tupac Amaru, del ascenso social que les dio a los humildes de la provincia de Jujuy. Y para ellos, su encierro representa una tragedia, pero lo vamos a revertir”, dijo Alejandro “Coco” Garfagnini, referente tupaquero en la CABA, desde un Obelisco rodeado de pelopinchos rebalsadas de nenes y nenas chapoteando.

Hay cuatro o cinco minipelopinchos. Las más chiquitas son tradicionales, de caño y lona. La estelar es la más grande y moderna, de esas a las que se les infla el borde y se van armando al ritmo de llenado. “Trajimos las que pudimos nomás, pero los chicos se divierten igual, ¿no? Decí si no te dan ganas de meterte con ellos con este calor”, desafía una de las militantes bonaerenses de la organización más golpeada de Jujuy desde que Cambiemos asumió el gobierno nacional y el provincial.

A las piletas las llenaron con botellas de Manaos, en las que cargaron agua. Cientos de botellas que, después, sirvieron para que jóvenes y adultos se persiguieran unos a otros con el agua salvadora. Porque las piletas, eso sí, fueron territorio casi exclusivo de pibes y pibas. Casi, porque entre ellos se mezcló un ratito el dirigente Luis Delía. La legisladora Lorena Pokoik se acercó para tomarse una foto y terminó bañada.

“Las piletas son un emblema de la obra de Milagro Sala”, destacó Estela Díaz, salpicada por los juegos en una pelopincho. “Parte del odio de clase que posibilitó que el poder jujeño avanzara con tanta saña sobre ella tiene que ver con que, con el trabajo de la Tupac, los pobres accedieron a lo que nunca antes pudieron, a una pileta de natación”, sostuvo la secretaria de género de la CTA, referente del Comité por la Libertad de Milagro Sala. En cada emprendimiento, en cada barrio levantado por la Tupac en Jujuy, había piletas donde familias enteras podían pasar el verano. “Es el derecho a la recreación lo que otorgó Milagro a los pobres de Jujuy, y es algo que no le perdonan”, sumó Elizabeth Gómez Alcorta, una de sus abogadas.

Ayer, la protesta sirvió también para extender en parte algo de aquel disfrute que solía gobernar las tardes estivales en los barrios tupaqueros a otras organizaciones, a militantes bonaerenses que, desde distintos lugares del Conurbano, se acercaron bajo los 30 grados del centro porteño.  “¿Dónde está el Agustín?”, preguntó de refilón Jara a su hermana, mientras sostenía a su beba al borde de la pileta inflable. “Decile que venga que ésta está llenita”, insistió. De tanto en tanto, soltaba un hombro de su hija y se pasaba la mano húmeda por la cabeza. Vinieron desde Ezeiza, Berazategui, Avellaneda. Militantes barriales de Los Irrompibles, de la Tupac, de la Agrupación Villera. De La Cámpora, de Nuevo Encuentro, de ATE y la CTA. Cada pileta estaba asegurada por la vista atenta de referentes del Sindicato de Guardacostas Unidos. 

La tarde comenzó a caer y mientras el piberío disfrutaba, sobre un camión algunos referentes pasaron a dejar su solidaridad y a exigir la liberación de Sala. Nora Cortiñas y Taty Almeida asistieron en nombre de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Basta de presos políticos y fuerza a Milagro, que sufre una prisión injusta e ilegal”, deseó Cortiñas. También sumaron sus presencias Amado Boudou, Raúl Zaffaroni y Andrés Larroque, entre otros. Sala, desde Jujuy, agradeció y envió su mensaje: “No dejemos de gritar porque nuestra patria está en peligro. Por los niños, le pido a toda la militancia que no deje de militar para que se vaya Macri, el FMI y vuelva la verdadera alegría a este país. Ellos son los verdaderos corruptos”.