En la noche de River, que estrenaba oficialmente el título de Libertadores en el Monumental, el gran protagonista fue Defensa y Justicia. El equipo de Florencia Varela se impuso 1-0 por un postergado de la fecha 8 y prolongó su invicto en la Superliga, donde ya está a sólo tres puntos del líder Racing.

Era brava la primera parada del Millonario en su raid de tres partidos en nueve días por Superliga (el de anoche, con Unión el miércoles y contra Patronato el próximo domingo). Defensa y Justicia no sólo llegaba como el único escolta del torneo sino que es un equipo que sabe a lo que juega y que, además, lo hace muy bien. A partir de la conducción prolija del Lolo Miranda en el medio, las salidas limpias (aunque arriesgadas) de Barboza y Martínez desde abajo y los destellos que hacen al paraguayo Rojas un diferente en ataque, el equipo de Beccacece quería aprovechar su visita al Monumental para acercarse al puntero y estirar su invicto.

Para ello, el primer paso lo dio el zurdo Rojas, quien a los 23 ejecutó un tiro libre hacia el palo de un Armani extrañamente lento de reacción y puso el 1-0 visitante. El mal estado del campo de juego, algunos errores no forzados propios de pretemporada como llamativos pases muy desviados entre sus jugadores y la valiente propuesta rival, le dificultaban la noche a River, quien con todavía muchas cabezas teñidas entre sus jugadores, pretendía prolongar la épica ganadora construida ante Boca en Madrid. Epica que ya se había hecho presente durante el reconocimiento previo a Jonatan Maidana, quien se despidió tras jugar los últimos nueve años en Núñez.

Pero River no le encontraba la vuelta al partido. En ello colaboraban un inseguro Martínez Quarta en el fondo, un medio con Palacios de muy bajo nivel y Quintero un tanto apagado, y un Borré más empeñado en discutir que en jugar. Gallardo, ofuscado con los suyos, metió tres cambios de una. Pero no hubo caso. Cada intento millonario iba a parar suavemente a las manos de Unsaín para que Defensa siga dando que hablar en la Superliga, sin importarle quién esté enfrente, aunque sea el campeón de América.