Sobre una tarima blanca, garabateada con fibrón negro, transcurre la acción. Sandra y Claudio se sientan y aguardan su turno para hablarle a un interlocutor invisible, de una identidad librada a la imaginación del espectador.  Natalia Cociuffo y Mariano Chiesa son los encargados de interpretar a una madre y a un padre al borde de un ataque de nervios, que no se conocen, pero que en algún momento lo harán, puesto que sus hijos concurren al mismo colegio. Ella es la mamá de Dolores, y él el papá de Patricio, y en la primera escena dialogan (por lo que permite deducir la dramaturgia) con la directora del nuevo colegio que recibirá a sus retoños, tras haber sido expulsados de la anterior institución. 

“Lola” y “Pato” son chicos especiales, sobre todo para sus padres, que se encargan de repetir las infinitas cualidades de su descendencia en cada uno de sus monólogos, aunque por momentos deseen que desaparezcan por un rato. Los Monstruos fue el título elegido para esta historia que cuenta con dramaturgia y dirección de Emiliano Dionisi, y con música y letras de Martín Rodríguez. Ganadora de la Bienal Arte Joven Buenos Aires 2015, la puesta hoy transita su tercera temporada en la cartelera local, y se prepara para ampliar sus fronteras con una gira por Chile durante marzo.  Al final de los ensayos, antes de estrenar, Cociuffo cruzaba miradas cómplices con su compañero de elenco y le decía: “Esto va a estar bueno”. Y la intuición no le falló, porque en 2016 la puesta se alzó con siete premios Hugo; cuatro Ace; cuatro Florencio Sánchez; un premio Argentores y un premio Trinidad Guevara.  

“Cuando ensayábamos, sabíamos que la obra estaba buena, así que palpitábamos el éxito que tuvo después. Yo sentía que era algo súper potente y novedoso”, cuenta Cociuffo, quien se lució como actriz, cantante y bailarina en Piaf y Chicago, entre otros clásicos del musical. “Aunque sigo trabajando en comedia musical, tenía ganas de hacer algo que me atravesara más como actriz y esta obra me encontró en ese momento. Me gustó cómo estaba planteado el proyecto y me pareció dificilísimo. Cuando empezamos a ensayar, miraba las tres páginas de un monólogo y me preguntaba: ´ ¿Cómo estudio esto?´”, recuerda la intérprete cordobesa. 

Y esa pregunta es la que se hizo también el multifacético Chiesa, al observar la complejidad del texto propuesto por Dionisi. “Pasaba horas tratando de recordar, y me olvidaba la mitad de las oraciones”, confiesa. Pero ambos le encontraron la vuelta al desafío. Ella comenzó a escuchar grabaciones del texto mientras manejaba y él decidió trasladar las palabras a dibujos que le ayudaran a recordar, y ese recurso inspiró la elaboración de la plataforma dibujada sobre la que se mueven los personajes para disertar sobre el complejo oficio de ser padres. “Es una oportunidad actoral muy grande, porque no te ocurre todo el tiempo tener una obra donde podés mostrar un abanico tan grande de posibilidades”, asegura el actor, y también locutor que prestó su voz a distintos personajes de cine y TV.

Al momento de la verdad escénica, la dramaturgia oscila entre lo risible y lo trágico y revela que los temores de la dupla no eran infundados. “Los Monstruos es una obra que está todo el tiempo descolocando al espectador. En un momento te estás matando de risa y cuando menos lo esperás, viene una trompada”, define Chiesa.  

Con un cuarteto de músicos en vivo, la pareja de actores ofrece actuaciones contundentes que echan por tierra los lugares comunes de la paternidad. Ambos cuentan que si bien aún no vivieron la experiencia de ser padres en la vida real, pueden interpretar a estos personajes desde su lugar de hijos. “Las relaciones de los padres con los hijos conmueven a cualquier sociedad o persona, a cualquier edad, y la obra aborda lugares con los que el público se siente muy identificado”, sostiene Cociuffo. “Sandra y Claudio trasladan, consciente o inconscientemente, lo que han vivido como parejas, hijos o hermanos, a sus propios hijos”, reflexiona Chiesa. Y en la interpretación esa proyección se hace evidente y deja pensando a los espectadores que se transforman en testigos de una relación entre padres e hijos en la que anida lo monstruoso, y alejada de la visión edulcorada que cree en el instinto maternal y piensa el vínculo filial como una bendición. 

La protagonista va más lejos aún. “Siento que esta obra puede estar a tiempo de abrir una conciencia, porque si los padres sufren es porque ellos, a su vez, también tuvieron padres que los hicieron sufrir. Entonces, existe una cadena detrás de uno que hace que se cargue con una frustración para luego depositarla en el hijo. A mí, esta obra me propone preguntarme qué madre voy a ser y qué cosas tengo que seguir madurando para tratar de darle a esa persona que va a venir al mundo las cosas más nobles”.  

Enmarcada dentro de un formato de teatro musical, Los Monstruos rompe, no obstante, con algunas reglas del género, puesto que el texto supera a la música, y cuando ésta aparece no lo hace como un momento de distensión, sino como una continuidad de la palabra hablada. “La gente que viene a vernos quizá no iría a ver un musical. Acá no van a salir de la función repitiendo la melodía de las canciones. En esta puesta, las canciones son bálsamos en medio de tanta locura, pero al mismo tiempo siguen sumando a la historia”, dice Chiesa. “El público pasa por muchas emociones, y nosotros como actores también –remarca Cociuffo–. Los Monstruos es una experiencia teatral que hay que animarse a vivir”. 

* Los Monstruos, Teatro El Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857), funciones los lunes, a las 21.