Hace cuatro años, Juan Sozzi se sentía literalmente empetrolado: por entonces ya hacía 10 años que estaba trabajando como ingeniero eléctrico en una petrolera, cuando se dio cuenta de que tenía que patear el tablero. “Renegaba mucho, pensaba que todos eran unos forros, hasta que en un momento me di cuenta de que el que no encajaba era yo: sentía que estar ahí me quemaba la energía y no me podía dedicar de lleno a la música”, recuerda el guitarrista, cantante y productor de Costa Canal.

De esa valiente decisión nació ésta que para muchos es la mejor banda de rock de la ahora prestigiosa escena musical mendocina. “Costa Canal surge gracias a la posibilidad de tener la cabeza despejada para hacer música de verdad. Si bien vengo tocando hace 20 años, profesionalmente empecé a laburar en serio hace cuatro, ensayando metódicamente, analizando las composiciones, viendo con quién tocamos y equipándonos. Ahora laburo el triple pero es otra dinámica. Arranco a las siete y me acuesto a las dos de la mañana todos los días, laburo hasta los domingos”, dice sobre su trabajo en IndieRecorder, su estudio-sala de grabación.

Aunque comparta con las nuevas bandas mendocinas la explosión de una escena hasta hace muy poco ignota, Sozzi se reconoce de otra generación, y eso se nota en el sonido crudo y post punk de Costa Canal: “Nací en el año ‘80: soy de la vieja escuela, la de Eterna Inocencia, Palo Pandolfo o Cadena Perpetua, bandas que nos marcaron de pendejos. Ahora los pibes están tocados por otra música, pero nosotros tenemos un background un poco más argentino. Está re bueno que los pibes mastiquen directamente Metronomy, Phoenix, Foals: me relaciono mucho con pibes que están en la movida y realmente escuchan mucha cantidad de música y mucho más contemporánea. Hacen descubrimientos y te saltan 20, 30 años para atrás, pero falta el saltito entre los ‘90 y el 2000, donde estaban Fun People o El Otro Yo, un montón de bandas alternativas que eran las que marcaron el indie que hacemos hoy. Porque es así, el indie de hoy no viene de Babasónicos, viene de un montón de bandas”.

Costa Canal tiene una impronta más rockera, que se completa con Agustín Oliva en batería, Milo Ibáñez en la otra guitarra y Gonzalo Rosales en bajo. “Nuestra banda suena más sucia y tiene una onda más vintage, no porque nos creamos los viejos sino porque antes hicimos punk, después fuimos virando al punk más suave, y terminamos haciendo indie”. Trópico de Capricornio, el fascinante EP que están presentando, fue grabado totalmente en vivo: “Fue tocando todos juntos en simultáneo. El ampli se mete en la batería, la batería se mete en los micrófonos: es una amalgama”.

Sozzi tuvo la buena fortuna de animarse justo en el momento indicado: “La escena de Buenos Aires se ha descentralizado un poco, se ha abierto el oído realmente; ahora con Spotify es ineludible, es la realidad. Las bandas estaban y había creatividad en cada lugar, lo que pasa es que ahora las podés escuchar: después ves si son cordobeses o mendocinos o de Neuquén”. Y comenta que le gustan Atrás Hay Truenos, Los Reyes del Falsete, El mató a un policía motorizado o Los Espíritus, pero que sabe que esa escena ya viene de hace rato.

“Era mucho de ir a ver recis alternativos, como los de El Otro Yo. No vamos a negar que hicieron discazos. Es una desilusión --se refiere a las denuncias contra Cristian Aldana por acosos y abusos-- pero si alguien puede trazar la línea entre el Diegote como el mejor jugador del mundo y el chabón recontra duro que habla pelotudeces, yo también puedo trazar la línea y decir que El Otro Yo es una de las bandas que marcaron con el mensaje y con la música a toda la escena musical. Me decepcionó, lo mismo que Nekro, que dio un mensaje de rebeldía toda la vida con Fun People y después resultó ser un boludo: te da ganas de decir ‘chabón, me diste un mensaje que no respaldaste, que era mentira’. Pero el mensaje estaba zarpado”, analiza con inusual sinceridad.

Sobre sus compañeros mendocinos, Sozzi cree que la razón principal del boom del “manso indie” empieza por casa: “En Mendoza la gente está respetando lo local. Mi Amigo Invencible la mueve muchísimo allá. Siempre tengo la mejor con las bandas porque tengo sala de ensayo y un estudio de grabación... Pasado Verde es una banda buenísima. Ni hablar de Perras on the Beach, que la vienen rompiendo indiscutiblemente, pero fue una remada: hace un año y medio venían sin un mango, haciendo fechitas chiquitas, hasta que fueron creciendo y se convirtieron en lo que son. Sigo creyendo en la remada y, ahora más que nunca, en la autogestión. Los pibes ahora tienen esa idea: saben que hay que ensayar, laburar, moverse. Usar la cabeza, ser originales. Tenés que hacer buena música. Nosotros quizás somos una banda con un sonido más crudo, más sucio, más psicodélico, flasherón, rotón. Pero pase lo que pase, no trabajo más en una empresa en mi puta vida”.