“Todo el mundo sabe quién ganó, pero no todos saben cómo”. Durante meses, HBO promocionó así el estreno de Brexit, la película que se mete en el detrás de escena del referéndum en el que los británicos decidieron salirse de la Unión Europea. Una decisión sorpresiva que a mediados de 2016 provocó un sismo político a nivel mundial y de la que aún hoy se pueden ver sus consecuencias, ante las dificultades que enfrenta Theresa May para lograr un acuerdo de salida que conforme tanto al parlamento británico como al bloque regional. En medio de la incertidumbre sobre la posibilidad real de alcanzar un Brexit consensuado antes del 29 de marzo, fecha límite fijada de negociaciones, finalmente HBO estrenó ayer la película que repasa detalladamente los pormenores de aquella feroz campaña política en la que el 23 de junio de 2016 el 51,9 por ciento de los votantes eligió abandonar la UE. Un thriller político que, exponiendo los pormenores de aquél hecho histórico, resulta una interesante propuesta para comprender la manera en la que se planifican las campañas políticas-comunicacionales en tiempos digitales. Y de las que nadie está a salvo, claro.

Que el marketing político y los gurúes especializados cumplen un rol fundamental en cualquier campaña política no es novedad para nadie. A esta altura de la tecnologización de la sociedad, también es cierto que los viejos y masivos canales comunicacionales para difundir los mensajes pierden eficiencia en el nuevo ecosistema digital. La capacidad de ofrecer tantos mensajes diferenciados como perfiles de ciudadanos existen en la red parece ser hoy un bien éticamente reprochable pero muy preciado para aquellos que piensan que el fin justifica los medios. En definitiva, el uso sin consentimiento alguno u obtenidos de manera engañosa de datos personales e íntimos parece ser la herramienta que le quita el sueño a muchos publicistas. “Ganar como sea y con las herramientas que sea” podría ser el eslogan de la comunicación política del siglo XXI. Desde la ficción, Brexit ilumina con crueldad y espíritu provocador esa máxima.

La película, producida por HBO junto a BBC Studios, Channel 4 y House Productions, aborda las estrategias que pusieron en práctica las campañas de quienes apoyaban la idea de que Gran Bretaña permanezca en la UE y los que, en cambio, deseaban separarse del bloque regional. Si bien ambas propuestas son retratadas, el film dirigido por Toby Haynes (Black Mirror, Sherlock) centra su mirada en Dominic Cummings (Benedict Cumberbatch), el asesor político que se transformó en director de la campaña “Vote Leave”, el movimiento a favor de que el Reino Unido abandonara la UE. En clave de suspenso, Brexit le da a Cummings un gran protagonismo, retratado como un estratega tan brillante como soberbio, al que no le tembló el pulso en planificar una campaña principalmente digital que hiciera emerger los sentimientos nacionalistas arraigados en los ciudadanos con tal de ganar. Una personalidad maquiavélica (magníficamente interpretada por Cumberbatch) que contrasta con la medida y clásica de Craig Oliver (Rory Kinnear), el director de comunicaciones del entonces primer ministro David Cameron y jefe de la campaña por la oposición a la ruptura con la UE. 

Ese contraste de personalidades entre Cummings y Oliver es, en cierto punto, del que se vale la película para representar también dos modelos de campañas políticas. Por un lado, bajo el eslogan de “recuperar el control”, Cummings es mostrado como un outsider, autor intelectual del despliegue sin culpa de fake news, del uso clandestino de datos personales, de la proliferación de mensajes emocionales y del ejercicio permanente de una “guerra de guerrilas”. Por el otro lado, Oliver condensa la figura del típico hombre del establishment, incapaz de patear el tablero de la tradición y el deber ser, pero apegado a una comunicación predigital, con focus groups tradicionales y mensajes racionales basados únicamente en datos. Dos modos que en la previa a la consulta popular recalentaron la opinión pública británica, al punto que en plena campaña un fanático de extrema derecha mató a la diputada laborista Jo Cox. “Estás alimentando a una cultura tóxica basada en el miedo y el odio. Hemos llegado al extremo”, le reprocha Oliver a Cummings, sin dejar de intentar hacer algo de autocrítica sobre la campaña, en un pasaje de Brexit. “Ha llegado una nueva forma de hacer política. Una que no puedes controlar”, le replica Cummings, con sorprendente frialdad.   

La visión que la película plasma sobre las estrategias políticas emprendidas por las dos facciones hasta la votación seguramente generará controversia en el Reino Unido, en donde ni bien se conoció el inicio de la producción diversos sectores expresaron su malestar por abordar un proceso “demasiado pronto” de haber ocurrido y que aún no terminó de resolverse. Más allá del oportunismo del film, no se puede soslayar el valor cinematográfico y artístico de Brexit, una impecable producción que vuelve a mostrar a Benedict Cumberbatch (Sherlock, Dr. Strange) como uno de los actores británicos más destacados de su generación. Una película que cumple con mucho más que su finalidad de entretener, para cuestionar el uso ilegal de los datos personales y del uso de las fake news en las campañas políticas. ¿Puede el ciudadano del siglo XXI escapar a una red digital que a falta de normas también carece de ética de parte de quienes la tejen? 

* Brexit se repite por HBO el domingo a las 11.45 y el martes a las 22. Además, está disponible en HBO GO para todos los usuarios registrados.