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El niño terrible murió de viejo

VISTO Y LEÍDO | Las ventas son descomunales –se agotaron en una semana 320 mil ejemplares–, el goce de la prensa hegemónica escupe una vía láctea de títulos que saludan el “anticonformismo” del autor, cualquier queja por el contenido misógino, racista, pedófilo u homofóbico tiene que ser acallado en nombre de la libertad literaria; Houllebecq parece el miserable amo de las letras francesas aun cuando Serotonina, la novela de marras, no se sostiene más que por las provocaciones que evidentemente les dan de comer a quienes sí ven la potencia del movimiento feminista y necesitan del viejo conservador –alguna vez enfant terrible– para que les de refugio.