Apenas subió al escenario de Crobar luego de que el productor y DJ venezolano Argenis Brito le dejara la pista de baile prendida fuego, Nicolas Jaar bajó un cambio. Como guiño al público argentino y a su abolengo latinoamericano, el artista estadounidense de ascendencia chilena comenzó su live set con Mi viejo, de Piero, al que le secundó el tema que titula su álbum debut, el impresionante Space Is Only Noise If You Can See (2011). Y del downtempo y la experimentación, salvo en los pocos casos en los que flirteó con el “pum para arriba”, no se movió, causando desconcierto en un club abarrotado y acostumbrado a la condescendencia y a la obviedad del bombo en negra.

Aquel set del entonces enfant terrible de la electrónica dio muestras de su famoso temperamento al encarar el dance floor. Pero mientras en el resto del mundo era figura estelar de festivales, agotaba entradas y se transformaba en deidad del hipsterismo, el productor, DJ, músico y frontman llegó a Buenos Aires como un acto más de Ultra Music Festival, y de no ser por ese sideshow en el boliche de los Bosques de Palermo, podría haber pasado desapercibido.

A dos años de aquel estreno en el país, Jaar regresa con su propio recital, banda y nuevo disco. Y aunque la fertilidad compositiva es una de sus cualidades, así como su versatilidad e hiperquinesia, el neoyorquino fan de Chancha Vía Circuito se encuentra de gira presentando su segundo álbum, Sirens, publicado en septiembre. Si a los australianos The Avalanches les costó 16 años emular la impronta de su maravilloso debut, el fundamental Since I Left You, al lanzar recién el año pasado su segundo trabajo, a Jaar le bastó media década para confirmar su trazo sonoro. Pero pese a que su reciente producción recalca los paisajes sonoros y ese letargo siempre a un tris de la pista de baile al que denominó “dance lento”, el artífice de 27 años ahonda en las inquietudes más personales que inspiraron su disco anterior. Jaar dejó de hacer referencia en sus temas a sus sentimientos y vida privada para empezar a mirar más hacia afuera, también a partir de proyectos como la dupla Darkside, las bandas de sonido y su terna de EPs Nymphs.

Por más que nunca se consideró un artista de música electrónica, en Siren, que tiene como musa a Nina Simone, este iconoclasta apela por las herramientas tecnológicas para hacerse de una nutrida paleta sonora para experimentar. Si bien la serie Nymphs iba a ser inicialmente la continuación de Space Is Only Noise..., para este chileno-estadounidense le faltaba contexto. Así que su nueva producción es un caleidoscopio de la actual realidad global, donde la política es ficción y viceversa. Y eso se nota apenas comienza, con Killing Time, cuyo primer sonido es una bandera ondulando o un barco acercándose a alguna parte: una dualidad que se torna en el hilo narrativo del disco.

Y a ese impresionismo electrónico lo mecha con sirenas, post punk y hasta arrebato cumbiero –¿o será más bien reguetonero?– en No, en el que reflexiona en español: “No hay que ver el futuro para saber lo que va a pasar”. Hasta llegar al gran track: Three Sides of Nazareth, 10 minutos de pura intensidad, melodía, urbanidad y caos, en los que desempolva una grabación suya de pendejo hablando con su padre, el artista plástico Alfredo Jaar (autor de la tapa del álbum), y en el que prueba que aún quedan géneros por inventar.

* Jueves 2 en Teatro Vorterix, Federico Lacroze 3455. A las 19.