El desalojo de la mítica librería y café Clásica y Moderna, sobre la avenida Callao, despertó una avalancha de mensajes para pedir que las autoridades de la Ciudad colaboren en la preservación del espacio cultural por el que pasaron Borges, Bioy Casares, Pizarnik y Storni, entre otros. La respuesta llegó tibia, pero llegó. El ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, se comprometió a buscar “una solución de mediano y largo plazo” para que la librería no baje sus persianas.

“Nos juntamos recién con Fernando Monod, actual administrador de Clásica y Moderna. Vamos a ayudar para mantener en marcha a un espacio central para la cultura de nuestra Ciudad”, compartió Avogadro en su cuenta de Twitter ayer a la noche, junto a una foto de ese encuentro.

Sobre cuál será la ayuda de la Ciudad, todavía no hay detalles. En escasas declaraciones a la prensa, el ministro porteño dijo que su misión sería encontrar una solución de mediano y largo plazo para que Clásica y Moderna continuara abierta.

Fundada en 1938 por Francisco Poblet, C&M albergaba lo mejor de la narrativa, la poesía (y también diccionarios y ensayos sobre literatura). Ese fue el primer golpe de timón, ya que Clásica continuaba la tradición familiar, iniciada en 1916 con la Librería Académica Poblet Hnos., que se especializaba en textos científicos. Otra tradición familiar de los Poblet fue poner sus negocios sobre la avenida Callao. El primer local, donde funcionó la Académica, lo tuvieron al 400, luego se mudaron al 600 y finalmente abrieron Clásica en Callao 892. Por ahí pasaron Borges, Bioy Casares, Jauretche, Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Mujica Lainez, Alfredo Palacios.

“No importa quién la administre, si unos no funcionan que vengan otros, pero la librería ya es un patrimonio. Esa sería la única manera de volverla eterna”, dijo ayer Monod, en referencia a que la librería debería pasar a manos de la Ciudad.