“Corrí veinte metros y me frené. Me acuerdo de pensar en ese momento que eran capaces de empezar a los tiros”, recuerda Damián Carracedo. De vacaciones con familia en el balneario San Cayetano, el músico sufrió junto con sus amigos el hostigamiento de un grupo de policías bonaerenses y locales. Para él la experiencia terminó mal: el maxilar roto, golpes en el cuerpo y el hueso de una mano desplazado. El pianista no podrá ensayar, tocar ni dar clases por los próximos meses. Su caso movilizó al ambiente tanguero, que celebrará hoy una jornada solidaria en su auxilio. El Festival Antirrepresivo No toque botón se realizará en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) a partir de las 19 y con la participación de más de 20 solistas y orquestas de tango, incluyendo a Patricia Malanca, el Quinteto Negro La Boca, Tangócratas, Yesca y la Orquesta Típica Cambio de Frente, entre otros. Lo recaudado irá para el pianista de Finisterre y de Juan Serén y los últimos floristas, que también serán de la partida. 

La pesadilla de Carracedo comenzó después de un asado con amigos. “Salimos a tomar algo al terminar y al llegar a un boliche viene la policía a pedirnos los papeles del auto, y uno de ellos le pegó una trompada en el brazo a un amigo que tenía un fernet, para tirárselo”, relata. Ante los reclamos, “los policías respondieron que ahí las cosas se hacían como ellos querían”. Después de un golpe con una cachiporra, el pianista y sus amigos se refugiaron en el bar. Al salir horas más tarde los mismos policías, y otros más, estaban esperándolos. “Nos empiezan a gritar cosas. A mí me llaman por mi apellido. A la novia de uno de los chicos también, y le empiezan a gritar cosas. A mí me decían ‘cruzá si te la bancás”, continúa. Cuando el músico quiso esquivarlos y encaró para su auto, varios policías se le anticiparon. “Ahí me empezó a dar miedo, porque estaba sólo, mis amigos habían ido para otro lado y estaban estos policías agitándome, una cosa increíble”. Carracedo decidió dejar el auto allí y enfiló hacia un bosquecillo para cortar camino hacia el departamento donde paraba. “A los 15 minutos aparece un patrullero que se mete entre los árboles hacia donde estoy yo”, rememora. Tras la emboscada y persecución llegaron los golpes, las patadas en el piso y el knock out que lo arrojó esposado a la cama de un hospital sin atención médica, que llegó sólo tras el reclamo de su familia.

El No Toque Botón lo emociona. “Sería todo muy distinto si no tuviera la cantidad de apoyo y solidaridad de tanta gente, alguna que ni siquiera conozco”, agradece. “Esta vez me tocó a mí estar de este lado de la represión y entendí lo importante que es la solidaridad. Es fundamental para la persona que vivió una situación así. En el momento además del dolor físico sentís la impotencia, la bronca, el miedo a lo que pueda llegar a pasar con estos tipos. Ver que la respuesta de la gente que uno quiere es la solidaridad, el apoyo, organizar algo como este festival, cambia todo. No te sentís sólo”.