El mercado inmobiliario porteño continúa en un proceso de fuerte caída luego de que la disparada del dólar frenó las operaciones hipotecarias. Según el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, en enero la firma de escrituras de compraventa de inmuebles tuvo una baja del 55 por ciento en relación al mismo mes de 2018, mientras que la comparación frente a diciembre arrojó una merma de 56,5 por ciento. Medidas en dólares, el monto promedio de las escrituras bajó un 10,5 por ciento anual. Las operaciones hipotecarias cayeron 88 por ciento interanual por la suba del ingreso mínimo necesario junto a la suba de tasas.

En enero se concretaron 2027 escrituras, menos de la mitad de las operaciones del mismo mes de 2018, antes del estallido cambiario. El precio promedio de las escrituras fue de 5,1 millones de pesos, que equivalen a casi 133 mil dólares, informó la entidad que reúne a los escribanos. El valor en pesos implica una suba del 77,6 por ciento, aunque medida en dólares equivale a una caída del 10,5 por ciento.

El dato del mes pasado también implica una baja del 40 por ciento frente a enero de 2017, aunque quedó por encima de enero de 2016 (cuando se firmaron 1898 escrituras) y de enero de 2015 (1723 actos escriturales). “Estamos en el piso de lo que puede dar el mercado argentino, creemos que mucho más no se puede bajar. Los porcentajes de caída frente a comienzos de 2018 y 2017 se explican por la retracción de los créditos hipotecarios, que se empezó a notar con mucha fuerza en junio del año pasado. Los créditos habían movilizado mucho, incluso en zonas tradicionalmente con muy poca profundidad de mercado. Esperamos que este año el Estado vuelva a poner a disposición alguna herramienta para dar impulso al mercado”, dijo a PáginaI12 Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina.

Germán Muiño, especialista del CEPA, explicó a este diario que “la fuerte retracción de los créditos UVA se dio por varias razones. En primer lugar, la devaluación incrementó mucho los precios de las propiedades en pesos, muy por encima del salario. De manera que el ingreso mínimo para acceder a un crédito de 80 mil dólares, equivalente a unos 3 millones de pesos, se elevó hasta los 105 mil pesos por mes. Incluso sumando ingresos de ambos cónyuges, el universo de los que pueden acceder se restringió”.

“Pero además –continuó Muiño– los créditos UVA no sólo se encarecieron por el dólar sino por las nuevas tasas de interés que cobran los bancos. La tasa nominal inicial del Banco Nación pasó de ser 3,5 por ciento por encima de la inflación en el lanzamiento y boom de los créditos UVA hasta más de un 10 por ciento por encima de la variación de los precios. Es decir que no sólo se complicó la posibilidad de acceder al crédito por ingresos insuficientes sino que además se volvió poco atractivo desde el punto de vista financiero, con tasas muy altas durante veinte o treinta años en una economía tan volátil como la argentina”.

En relación a la caída del precio promedio en dólares de las escrituras de enero, Muiño señaló que “el imaginario del pequeño inversor inmobiliario es que el ladrillo no pierde valor en dólares, pero eso no es cierto. Por ejemplo, si el propietario quiere vender sí o sí en este momento, es muy probable que no vaya a conseguir el precio ´de mercado´”. La única herramienta con la que cuentan los deudores hipotecarios para aliviar el peso de la cuota, que sube mes a mes con la inflación, es el alargamiento del plazo de devolución del capital del crédito, aunque advierten que una reducción de la cuota de un 15 por ciento implica siete años más de cuotas.