Posiciones de un extremo al otro frente a la crisis en Venezuela se encontraron ayer en la reunión de emergencia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras que Estados Unidos llamó a más países a sumarse a sus sanciones contra responsables del Gobierno venezolano y a aumentar la presión para lograr la salida de Nicolás Maduro del poder, el canciller de Venezuela Jorge Arreaza pidió que se rechace la amenaza y el uso de la fuerza contra su país. Al cierre de esta edición no se había llegado a ninguna resolución. 

“Los venezolanos necesitan nuestra solidaridad y nuestra ayuda para poder imponerse frente al despiadado y violento régimen, salir en democracia y empezar a reconstruir su país”, dijo al Consejo de Seguridad el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams. En su discurso, Abrams pidió a otros países que se sumen al suyo y sancionen a aquellos involucrados en la violencia del pasado fin de semana, además de que llamó a que aporten más ayuda humanitaria para el país.

En ese sentido, insistió en que Naciones Unidas no debe facilitar asistencia para la población a través del Gobierno, porque, según dijo, el Ejecutivo de Maduro robará parte y malversará el resto para reforzar su control sobre el poder. Abrams se expresó también en contra de los llamamientos al diálogo entre el Gobierno y la oposición de Venezuela, como los que repite el secretario general de la ONU, António Guterres.

Abrams explicó que su país pidió la reunión del Consejo de Seguridad en respuesta a la negativa de Maduro a aceptar ayuda humanitaria y a los choques violentos de este sábado. Según el enviado de Washington, la salida a la crisis pasa por elecciones que calificó como libres, justas y transparentes, por lo que pidió a toda la comunidad internacional trabajar para presionar a Maduro y hacer que deje el poder de forma pacífica.

Antes de la reunión, Abrams había expresado su deseo de que esta semana se vote una resolución sobre Venezuela. “Creo que tendremos una resolución esta semana, que sin duda llamará a la admisión de ayuda humanitaria en Venezuela y comentará los hechos de los últimos días”, aseguró. Además, el enviado especial apuntó que a Washington le gustaría que el texto pidiese unas elecciones libres en el país caribeño. 

Por su parte, Arreaza pidió al Consejo de Seguridad la aprobación de una resolución que rechace la amenaza y el uso de la fuerza contra el país, en respuesta a las acciones de Estados Unidos. El canciller denunció supuestos preparativos de Estados Unidos para intervenir militarmente en Venezuela y llamó al máximo órgano de decisión de Naciones Unidas a pronunciarse para que se descarte esa opción por completo. El ministro insistió, además, en que la operación humanitaria impulsada el sábado por la oposición con el apoyo de Washington fue una agresión a la soberanía nacional. “Hay países donde se generan escándalos porque dicen que otro país interviene en sus campañas electorales, en Venezuela la intervención de los gobiernos de Estados Unidos ha ocurrido desde que la revolución bolivariana llegó al poder”, sentenció Arreaza. 

El representante de Rusia también sostuvo esta postura. “Pedimos a los estados de la región que independientemente de su orientación política apoyen la Carta de las Naciones Unidas y rechacen el uso de la fuerza”, afirmó el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia. “Se está tratando de aplicar una solución militar a Venezuela, lo que podría tener consecuencias impredecibles para la región y para el mundo”, agregó. 

Bolivia se sumó al rechazo de una intervención militar y pidió, además, que se despolitice y desmilitarice toda la asistencia humanitaria. “La situación que vive Venezuela reclama la atención del Consejo de Seguridad. Venezuela no constituye una amenaza para la paz y seguridad internacionales. Las acciones desplegadas contra Venezuela sí que son una amenaza a la paz de la región”, afirmó el embajador boliviano Sacha Llorente. “Mi región y el mundo han padecido las trágicas consecuencias cuando ‘todas las opciones están sobre la mesa’”, indicó. Esta misma línea siguieron los embajadores de China, Guinea Ecuatorial, Sudáfrica, Cuba, entre otros.