La televisión argentina volvió a producir en grande. El estreno de Argentina, tierra de amor y venganza (lunes a viernes a las 22, por El Trece) esquivó durante la hora de artística y sin cortes comerciales que duró el primer episodio la crisis económica que signa al medio. La producción de época de Pol-Ka revitalizó una pantalla cada vez más parecida entre programas y canales. En tiempos en los que el enlatado turco cosecha grandes audiencias entre los televidentes argentinos, Argentina... resulta ser una oportuna respuesta de la industria nacional a esa desenfrenada importación de contenidos a la que los programadores echaron mano para sortear las consecuencias de billeteras flacas. En su debut, la ficción ambientada en la Argentina de la década del ‘30 brilló en cada uno de los detalles con los que se reconstruyeron aquellos años de masiva inmigración europea, desde las escenografías y locaciones elegidas hasta el vestuario y el maquillaje. Ese mismo afán por mostrar la impecable dirección de arte terminó también por contar una historia que por su complejidad coral y por la colorida paleta tonal de sus personajes pudo resultar por momentos abrumadora y confusa para los espectadores. A veces menos es más.

El despliegue artístico de Argentina... pareció estar a la altura del pretencioso título. Desde la primera escena, con ese combate en plena Guerra Civil española plagada de hombres, bombas, secretos y traiciones, la ficción demostró que la calidad visual y técnica no desentonaba con el desafío que tenía por delante la propuesta. La reconstrucción de época es impecable: los 1200 metros cuadrados en los que se recrean los ambientes propios de la década del ´30 en los que se graba la ficción resultan tan reales como los exteriores elegidos para rodar escenas complejas, como la del combate o la de la partida del transatlántico desde Europa hasta estas tierras. En este punto, Argentina... honra aquella idea de que la ficción nacional no carece de profesionales sino de capacidad presupuestaria.

Culebrón de época, Argentina... trazó en su debut una trama compuesta por un eje narrativo principal del que se desprenden numerosas líneas argumentativas. Sólo en el primer episodio la ficción abordó la Guerra Civil española, la problemática de la inmigración europea, la travesía de ultramar, la operatividad mafiosa de una red de trata de personas, la institucionalidad de matrimonios arreglados por razones económicas, entre otras cuestiones que la novela abordará a lo largo de los 120 episodios. Como si los autores –Carolina Aguirre y Leonardo Calderone– hubieran tenido la necesidad innegociable de trazar en el debut todas y cada una de las múltiples líneas de acción. Las numerosas nacionalidades e idiomas que convivieron en el comienzo de la ficción aportaron confusión a la trama.

Argentina... cuenta la historia de dos soldados de la Guerra Civil Española, Torcuato (Benjamín Vicuña) y Bruno (Albert Baró). La trama avanza haciendo foco en Bruno, que tras ser traicionado por Torcuato, se embarca de polizón hacia Argentina para vengarse del que creía su amigo y que no sólo le robó su identidad sino también su fortuna y a su hermana. Junto a él, en ese mismo buque llega Raquel (Eugenia Suárez), una joven polaca que tras la fachada de un supuesto casamiento con un acaudalado argentino termina siendo esclavizada por una red de trata. Aldo Moretti (Heredia), el pícaro promotor del buque que trasladó a europeos hacia la “tierra prometida”, intentará rescatar a Raquél. En medio de esa historia cruzada, Torcuato buscará casarse con Lucía (Delfina Chaves), una joven de familia acomodada caída en desgracia que, empujada por una madre ambiciosa y prepotente (impecable Virginia Innocenti como Libertad), se verá obligada a contraer matrimonio. Un culebrón clásico aterrizó en tierra argentina.