Ahora dijo: “No hay nada más importante que la educación”. Entusiasmado por una levísima mejoría en las pruebas de evaluación en Lengua de los alumnos de sexto grado. De paso, machacó con que antes se ocultaban los resultados, lo cual es desmentido con un somero repaso por los medios de años anteriores. Mas allá de la relatividad de estas pruebas estandarizadas, los expertos internacionales recomiendan protegerlas de la especulación política y, sobre todo, no sacar conclusiones apresuradas en períodos tan cortos, de un año a otro.

“No hay nada más importante que la educación”, fue el mantra del Presidente. El mismo que envió al Congreso un presupuesto 2019 con una reducción en términos reales del 69,4 por ciento de las partidas destinadas a jardines, de un 68,8 por ciento a la educación digital, del 77 por ciento a infraestructura y equipamiento, del 25 por ciento a becas y sólo un aumento en los recursos para evaluación. Un gobierno que profundizó la brecha salarial docente al desactivar la paritaria nacional cuando en 2017 los sueldos del sector registraron una pérdida promedio del 7 por ciento y del 16 por ciento el año pasado, juega a hacer pie en el marketing.

La Unesco hace ya muchos años sentenció que la prioridad educativa se mide por la inversión en la educación. 

Una de las últimas muletillas del gobierno es repetir y repetir “nosotros decimos la verdad”. Después de haber mentido en casi todo y convencido a más de un incauto con que no perderían nada de lo que tenían, apuestan a resignificar el valor de asumir que está todo mal y hay que agradecerles la valentía de decirlo.

“Este gobierno asume la pobreza, la inflación y la inseguridad”, dijo el presidente al inaugurar la asamblea legislativa ¡Que alivio! ¿no? 

El tema es que esos flagelos se agudizaron y se siguen agudizando durante su gestión. 

Como única medida para paliar la pobreza, dijo ante diputados y senadores que aumentaría un 46 por ciento la Asignación Universal por Hijo. El porcentaje no lo contextualizó: es menos de lo que perdieron los sectores más vulnerables. Los alimentos registran un 50 por ciento de aumento. De esa herramienta, denostada por populista, no pudo prescindir en un país que día a día pulveriza el empleo. Un país en el que la educación pública fue estigmatizada como la opción en la que se “cae”.