Para llegar a la casa de La Poderosa en el barrio Los Pumitas hay que bajar del 110 en Génova y Ottone, caminar un par de cuadras para adentro y atravesar un terreno que la lluvia convierte en barro. Las zanjas dividen la calle de las veredas. Las casas tienen paredes o pisos de chapa, de ladrillos huecos, y de madera. El sol hace más amable el transitar entre el pasto, aunque el calor aprieta. La siesta del sábado es festiva. Ese día se lanza la Casa de las Mujeres y las Disidencias con un festival, allí donde se afinca la organización horizontal nacida de asambleas populares en villas de Buenos Aires que llegó hace dos años a Rosario y se está replicando en otros lugares del país. Unas pocas cuadras más adentro, en el terreno recién conseguido, se levantará la nueva Casa, donde vivirá una chica que recibe acompañamiento ante una situación de violencia machista. Allí también se trasladarán los talleres que ya se realizan diariamente. Zumba, manicuría, costura, aerobox, son algunas de las actividades. "El feminismo villero nos cambió la vida", afirma Georgina Mansilla, coordinadora de la nueva Casa. "Por ejemplo, si yo antes miraba la tele y decía 'esas que a mí no me representan en nada', y bueno, qué sé yo, es por la falta de información que hay en el barrio. Después, cuando fuimos conociendo, nos fuimos enamorando del feminismo villero", abunda. Para su compañera Milena Medina, hubo un aprendizaje. "A mí también quizás antes me molestaba que me digan villera, negra, pero… bueno, nosotras somos negras, villeras y feministas, y eso aprendí con la Poderosa, qué es el feminismo villero, esto de apoyarnos todas, de intentar salir adelante todas juntas, crear estrategias", plantea.

"A mí me molestaba que me digan villera, pero nosotras somos negras, villeras y feministas, y eso lo aprendí con la Poderosa". Milena.

En el barrio, algunos varones miran extrañados el paso de mujeres con remeras rojas con el logo de La Poderosa. Trasladan lo que prepararon para la inauguración. Antes de empezar, la foto es con las bocas abiertas en el grito que propone la Garganta Poderosa, la revista que realiza la organización. Frente a la Casa se puede ver un pasacalle con la inscripción: "Ante el estado indiferente, las villeras al frente".

Al comedor -que martes y jueves brinda el almuerzo, mientras lunes, miércoles y viernes ofrece una merienda- asisten más de 150 pibes. "Cuando nos vinieron a decir qué podíamos hacer por el barrio, yo les dije que no queríamos que sean otra organización más que nos venga a mentir, porque al barrio desde hacía mucho le hacían falta tantas cosas… Y hoy en día cada vez me enamoro más, porque con la Poderosa pude empezar a abrir el merendero que nos hacía falta para los pibes y no simplemente que los pibes vayan y retiren la leche, sino empezar a compartir entre ellos y tener vínculos. Al día de hoy lo hemos logrado", se entusiasma María Rosa, una de las primeras que se integró a la organización. "Todavía la seguimos remando, y sabemos que como somos una organización de base lo logramos todo con el esfuerzo de cada vecino y cada vecina", agrega. Los talleres de zumba, por ejemplo, están a cargo de la propia Georgina. "Cuando empezamos a tener talleres, nos preguntamos por qué tenemos que ir a zumba y a pagar. Nosotras no tenemos para pagar, y también el tema de los chicos, si íbamos a zumba los dejábamos sin comer y no teníamos con quién dejarlos", cuenta María Rosa. Lo resolvieron con un sistema colectivo de cuidados. "Tenemos otras personas que los pueden cuidar mientras nosotras estamos en el mismo lugar. Eso es algo muy grandísimo que no se ve en otro lado", sigue María Rosa.

Ya en la fiesta, Anahí canta con su guitarra que "América Latina será toda feminista", y se prepara la murga Los Chapitas de la República. Una de las niñas pinta con glitter la cara de las mujeres que se suman a festejar la apertura de la nueva Casa en Los Pumitas. Cuelgan fotos de manifestaciones, de Marielle Franco, la concejala de Río de Janeiro asesinada del 14 de marzo de 2018 y de Susy Shock, la artista travesti sudaca.

En un cartel, se leen los objetivos de la nueva Casa. "Reivindicar el lugar de la mujer villera como sujeto político transformador dentro del movimiento político feminista de nuestro país", así como "crear estrategias económicas autónomas" y "combatir la violencia institucional que sufrimos en nuestra doble condición: ser mujeres y pobres". Prevenir y acompañar a las víctimas de violencia de género es otro cometido.

Para festejar, llegaron compañeras de otros lugares del país. Jessica Azcurraire es coordinadora de la Casa de las Mujeres y Disidencias de la 21-24 de la Ciudad de Buenos Aires. "Si yo hubiese tenido un lugar así cuando tenía 16 años, cuando decidí estar en pareja con un violento sin saber lo que era, y de separarme con 19 años, y después de tantos maltratos y golpes. Si yo hubiese tenido una casa de la mujer no hubiese seguido sufriendo esa situación de violencia. Esta Casa empodera un montón, enriquece y acompaña, es sentir el amor y el cariño de otra vecina que siempre está para abrazarte, entonces, la Casa de la mujer libera".

Desde Santa Fe, Claudia Albornoz, de barrio Chalet, también proyecta tener su propio espacio para las mujeres y disidencias, que se completará con un bachillerato trans, destinado a todas las identidades feminizadas. "Santa Fe aprende un montón de Rosario que tiene un montón de recorrido como organización en este barrio", asegura.

"Esta vez fuimos más, fuimos empoderadas y decir basta de que nos sigan matando, basta de recortarnos los presupuestos". María Rosa.

Las actividades de la Poderosa van más allá de talleres, se propone un espacio de diálogo. "Tenemos el tercer tiempo donde nos juntamos todas las mujeres y hablamos de diferentes temas, violencia de género, qué es la Casa para nosotros, entre otros. Y las mujeres también se van soltando y también van confiando, nos van contando sus problemas y eso está buenísimo, porque sentarte a hablar con tu vecina compartiendo un mate y sentir que podés confiar en ellas, eso es algo muy grande", relata Milena.

Las caras de las militantes poderosas conservaban en la tarde del sábado el brillo de la marcha del día anterior, la del 8 de marzo. "Fue una emoción muy grande, tener un montón de compañeras que fueron a su primera marcha, era algo muy hermoso… La piel de gallina", describe Georgina. María Rosa va por su tercera marcha del 8M: "Esta vez fuimos más, fuimos empoderadas y decir basta de que nos sigan matando, basta de recortarnos los presupuestos, porque cuando nosotras tenemos que ir a algún lado nuestro boleto sale 25 pesos y nosotras para el gobierno valemos 11, o sea que no pagamos ni medio boleto".

Desde que están en la Poderosa, además, llevan con orgullo aquella palabra que antes sonaba a estigma. "Si me tienen que decir negra villera hoy estoy orgullosa. Antes me daba un poco de vergüenza y decía por qué me tienen que tratar así, si también soy persona. Pero hoy en día no me molestaría para nada porque estoy bien parada de manos y puedo dar mucho más que otras personas que a veces están en la comodidad", afirma.