¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan hoy las democracias en América Latina? La pregunta, con el foco en una de las regiones más desiguales del mundo, fue el eje del debate “Las encrucijadas de las democracias latinoamericanas”, organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Allí expusieron politólogos y sociólogos del país y del exterior, quienes analizaron la actualidad de la política regional, sus desafíos y limitaciones. Con diferentes miradas y énfasis, advirtieron sobre los procesos de judicialización y moralización de la vida política que apuntan a neutralizar a las fuerzas transformadoras, sobre el rol conservador que asumen los poderes judiciales y los grandes medios de comunicación, sobre la entronización de la seguridad como el gran objetivo de la sociedad (por encima de la libertad o la igualdad), entre otros factores.

La politóloga e investigadora del Conicet Cecilia Abdo Ferez (UBA), la profesora de la Facultad de Ciencia Política de la UNR Cecilia Lesgart, el profesor de la UNAM (México) Massimo Modonesi, el director de Sociología de la Universidad de Chile Carlos Ruiz Encina y el sociólogo brasileño Emir Sader protagonizaron la mesa de debate.

En su presentación, Sader definió un escenario donde “las fuerzas que tienen un potencial democrático transformador de América Latina están siendo inviabilizadas políticamente por mecanismos de la guerra híbrida, el mecanismo de la judicialización de la política”. El intelectual destacó el papel que cumplen el poder judicial y los medios de comunicación, que facilitan un “blindaje del sistema político de las fuerzas conservadoras para poder darle continuidad a la  restauración neoliberal”. “Las fuerzas conservadoras tratan de blindar, de perseguir, bloquear, descalificar los liderazgos que justamente representarían la continuidad de un proyecto iniciado hace diez o quince años atrás”, observó. 

Lesgart también se refirió al rol que cumplen los poderes del Estado que “dentro de la democracia golpean a la democracia”. “Ahora venimos a descubrir que los golpes no son simplemente o solamente una acción militar, un plan secreto realizado en una sola jugada. Los golpes pueden darse dentro de la democracia con líderes políticos que encabezan una coalición o la acompañan”, señaló la politóloga, que además sugirió tener en cuenta el contexto internacional que modifica “no sólo la forma en que pensamos la democracia, sino las categorías mismas con las que estamos acostumbrados a pensarla”.

Por otra parte, Lesgart se preguntó hasta qué punto los pares categoriales como dictadura-democracia o izquierda-derecha, entre otros, siguen siendo útiles para pensar el presente latinoamericano. 

“Los conceptos no están limpios. Los pares conceptuales que parecen opuestos no lo son. Esto obliga a pensar que los procesos tienen múltiples posibilidades de avanzar, retroceder, estancarse. Incluso de no hacer ninguna de estas cosas”, aseguró.

El sociólogo chileno Ruiz Encina destacó que parte del desarme intelectual y también político que ha sufrido la región en las últimas décadas tiene que ver con la “invisibilización del carácter social de la política”. Señaló que se ha dejado de entender a la política como un proceso social. “La política se desociologizó”, remarcó.

Para Massimo Modonesi, un tema central que fue desapareciendo de la escena política latinoamericana en el mediano plazo es “la capacidad colectiva de movimientos populares”. “Necesitamos algo que democratice las sociedades a partir de instancias de participación popular, que no necesariamente estén instaladas desde arriba, que no solamente estén institucionalizadas, que se instalen como contrapoderes, que hagan de la autonomía un valor constitutivo”, subrayó. En ese sentido, consideró que ese “es un dato que atraviesa a la región, un dato que no distingue instancias de gobiernos neoliberales de gobiernos progresistas”.

La politóloga e investigadora del Conicet Cecilia Abdo Ferez coincidió en el análisis que hicieron sus colegas respecto de los desafíos que enfrentan las democracias de América Latina y propuso pensar nuevos problemas globales que se suman a la región. En primer lugar, hizo alusión al problema de la “autonomización de los poderes corporativos y el socavamiento de voluntades populares”. “El segundo problema que me parece que en Italia se estudia muy bien es el tema de la moralización que están teniendo las sociedades. Que es muy claramente aprovechado por las derechas, que genera efecto miméticos de odio, de empatías sentimentales y extrañas”. Y como tercer problema, mencionó el “fenómeno de securitismo”, como aquel que pone el valor central de la sociedad en la seguridad y ya no en la libertad o en la igualdad.

Con respecto a si existen mayores niveles de democracia política y social en el presente, Abdo Ferez aseguró que “no se puede pensar América Latina y no se puede pensar nada en un modo lineal ni de transición a”. “Todos los estudios de transición de la politología de los 80 significaron un gran límite para pensar democracias mas inclusivas, mas democráticas”, destacó.

En la misma línea, se pronunció Sader, quien consideró que “no hay evolucionismo latinoamericano hacia democracias”. “No hay ninguna visión lineal o tendencia hacia la democracia en Latinoamérica. Y con la corriente hegemónica a escala mundial cada vez menos. Y –concluyó– con la adhesión de la derecha latinoamericana a esos modelos, menos todavía.”