Para la fotógrafa finlandesa Reka Nyari, un tatuaje puede ser un acto de desafío, un voto de poder, un emblema de transformación; intricados diseños indelebles que no solo emperifollan la piel de muchachas: cuentan historias personales de lucha y superación. De allí que se haya dispuesto a retratar a mujeres entintadas de pies a cabeza para su más reciente serie, Ink Stories, que se exhibe por estos días en la galería Fremin de Nueva York. Para la ocasión, capturó Nyari a Ginzilla, joven nacida en una estricta familia tradicional japonesa de valores conservadores, que encontró en la tinta un gesto de rebelión. En su piel, un verdadero lienzo, se suceden tigres, lobos y dragones “que contrastan fuertemente con las expectativas sociales de sumisión y obediencia femenina”, en sucintas palabras de la fotógrafa. En Ink Stories está también Leah, otra de sus modelos: una joven madre soltera que la finlandesa elige retratar evocando motivos religiosos, cual devota y protectora Virgen María. 

A la tatuada Eowyn, mientras tanto, Reka la fotografía como a resiliente valquiria, una muchacha marcada por un pasado violento que optó por adornar sus cicatrices con “un escudo de tatuajes”: “líneas excitantes, imágenes onduladas y palabras poderosas que cubren su piel, marcas de valentía y evidencia de insubordinación”. “La tinta es quien desea ser y en quien se ha convertido”, corona Nyari, que calza ídem frase a Julie “la reaper”, una médium que asegura tener la habilidad de conversar con espíritus y muertos, de quien RN dice: “Superando años de abuso, de dolor crónico, incluso de autodestrucción, sus tatuajes no son decoración sino emblemas curativos, creaciones catárticas que transforman a la persona, por dentro y por fuera”. En fin, tattoos que acaban conformando mapas de vidas, capítulos futuros y pasados de historias personales, rescatadas por la atenta mirada de Reka Nyari.

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