Cuando pareciera que el género de vampiros comienza a resecarse, surge un producto como The Passage que opera como bálsamo anticoagulante. En lo referido a la tevé, a este estreno lo anteceden las criaturas de la noche sexies y sureñas de True Blood, las figuras inclasificables de Hemlock Grove y la pandemia global en The Strain. Con la última mencionada –creada por Guillermo del Toro y que durara cuatro temporadas por FX– tiene más puntos en común. Aquí también hay un virus expandiéndose, un grupo de infectólogos que hacen cosas raras para gente normal y el apocalipsis con fecha próxima. La salvación, en este caso, es una nena perseguida por varios bandos. Sus diez episodios estarán dispuestos desde el próximo 29 de marzo en la plataforma de Fox Premium y también podrá verse por la señal, a raíz de un episodio por semana, cada viernes a la medianoche. 

The Passage encarna el sueño argumental del movimiento antivacunas. Un grupo de científicos, alentados por el gobierno, desa- rrolla el antídoto para distintas pestes utilizando una cepa vampírica. Es eso o el fin de nuestra especie. El tema es que el Proyecto Noah necesitan de conejillos de indias y quien aguantaría más y mejor la pócima es un menor de edad. Desde arriba deciden llevar a cabo un plan siniestro: secuestrar a una huérfana de diez años para testear la medicina. “Soy la niña de ningún lado. Por eso me eligieron. Soy Amy Bellafonte. Así es como se termina el mundo”, narra la protagonista encarnada con solvencia por Saniyya Sidney ¿Otro inconveniente más? A Brad Wolgast (Mark-Paul Gosselaar, aún recordado por Salvado por la campana) le encargaron el trabajo de llevar a la chica hasta el centro de investigación, pero el agente huele el tufo del asunto, cambia de opinión y decide protegerla de los villanos con placa oficial. 

La serie apela claramente a dos líneas argumentales y en consecuencia a dos tipos de registros. Por un lado, se cuenta la historia del dúo en fuga, Brad y Amy, que tienen en bandeja la relación de padre e hija adoptiva entre tiros, conspiparanoia y monstruos muy humanos. Por el otro, están las derivaciones del proyecto Noah, con el foco sobre los convictos a quienes los infectaron con las plaquetas malditas. Estos condenados a pena de muerte están mutando a protovampiros, andan como el siervo de Drácula y tienen el deseo de liberarse. El nombre de la ficción, traducible como el traspaso, ubica al espectador en ese trance que puede acabar en la calle salvación o la avenida catástrofe. Cabe decir que el ritmo narrativo de ambas tramas avanza con pesadez y su puesta en escena (el gran encanto de los relatos vampíricos) tampoco se caracteriza por la originalidad. 

La entrega está basada en un best seller de Justin Cronin publicado hacia 2010. Ni bien fue editado, Ridley Scott compró los derechos de la novela con la idea de adaptarla al cine pero finalmente encontró su destino en este paquete seriado. Aunque el creador de Alien aquí ficha como productor, no hay registro de su toque asfixiante en la puesta en escena. Es justo decir que la producción no abarca la trilogía completa -que se desarrolla durante casi un siglo- sino que se centra en solo una de ellas. En la historia de Amy Bellafonte, esa niña que no solía creer en monstruos y ahora tiene motivos de sobra para hacerlo.