Como en otras de sus obras, también en Maldita nada de nada, a punto de estrenarse, el dramaturgo y director Claudio Gotbeter presenta una serie de personajes que se piensan a sí mismos como las peores víctimas del infortunio, al punto de resultar disparatados. Una costumbre muy de los argentinos o, tal vez más aún, de los porteños, tal como afirma en la entrevista con PáginaI12. Será que, como subraya, su pasión por las novelas de Dostoievski le haya contagiado la necesidad de hablar acerca de estados de desesperación y dolor sin dejar de lado el humor y hasta el absurdo. “Me interesa jugar con los fantasmas que rodean a los personajes, los que guardan en su interior y que, al dejarlos crecer, los terminan aplastando”, grafica. 

Gotbeter está acostumbrado a no estrenar antes de cumplir dos años de ensayo. Incluso, como en este caso, la obra encuentra su forma final luego de trabajar con los actores escena por escena, muy estimulado por sus aportes aunque no desde la improvisación. Así lo explica este director fanático, según cuenta, del vitalismo de Samuel Beckett y de Emile Cioran, ambos tildados de pesimistas, una opinión que él no comparte. Luego de concluir con el proceso creativo sus obras se editan y otros realizan su propio montaje, como sucede en estos días con La prudencia, que en la actualidad cuatro grupos diferentes presentan en México. Bajo su propia dirección, junto a su grupo Comedias negras, Maldita... subirá a escena en el teatro Payró (San Martín 766) el viernes 5 de abril, con un elenco que cubre un amplio arco etario, de los 25 a los 67 años: Ana Margarita Wright, Julia Fiks, Ariel Osiris, Marita Otilia, Esmeralda Lerena, Haydee Arévalo, Erica Spósito, Ana Capistrano, Patricia Vasile, Micaela Veltani, Anabel Vartanian, Lourdes Isola e Ivy Centanni.

Con la idea de hablar acerca de estados anímicos que “entrampan a los personajes, víctimas de sus propios fantasmas”, Gotbeter concibió la idea de ubicar en un cementerio a una orquesta que acompaña a los deudos durante el funeral. “La incertidumbre, la fragilidad y el miedo son temas que están en todas mis obras. ¿Qué pasa cuando se toma conciencia de estos estados emocionales? No queda más remedio que hacer algo luego de identificar el problema”, analiza el director de este “espectáculo vehemente”, como él mismo lo describe.

–¿Qué características tienen estos personajes?

–Me gustan los antihéroes. Me interesan los que se pierden en el camino, los perturbados. Aquí juego con extremos y como siempre pasa en mis obras, hay un toque absurdo. Los personajes funcionan como un coro, como la orquesta que conforman: la musicalidad de la puesta es algo que tomé de Roberto Villanueva, de quien aprendí mucho.

–La obra establece más que una serie de sucesos, un estado colectivo.

–No hablo de lo que pasa en la realidad sino de cómo nos sentimos atravesados por lo que nos pasa, por lo que padecemos. Yo encuentro que hay un deterioro emocional, que nos cuesta contactarnos con nosotros mismos.

–¿La obra se ubica en nuestra realidad?

–Yo nunca pongo la acción en un lugar determinado ni uso un lenguaje coloquial. Es por eso que mis obras se pueden hacer en cualquier lugar, hasta el momento se hicieron en 25 países. Mis personajes tienen un lenguaje literal y un comportamiento parecido al de los niños. Como a ellos, se les va la vida en lo que dicen y hacen.

–¿De qué se ríe en sus obras?

–Desde la comedia negra, que es un género que viene del cine, puedo reírme de temas delicados, como la fragilidad, la duda y la toma de conciencia.

–¿Qué prefiere no abordar?

–La venganza y el poder, tal vez porque no son temas que están presentes en el mundo infantil. Recién cuando el chico está contaminado con el mundo adulto es que aparecen en sus juegos.

–La mayor parte de los personajes de Maldita... son mujeres.

–Es que los personajes femeninos me estimulan más porque me deja construir seres más permisivos con su mundo emotivo.