La Selección Argentina derrotó 1-0 a Marruecos, en el último amistoso de la gira preparatoria para la Copa América de Brasil. A pesar del triunfo, el cambio de imagen que se pregonó como objetivo tras la caída ante Venezuela, en el Wanda Metropolitano de Madrid, no sucedió, y quedó en evidencia cuánto pierde Argentina cuando Lionel Messi no está en cancha.

En un escenario complicado para jugar al fútbol por las ráfagas de viento que superaban los 50 kilómetros por hora, el equipo de Lionel Scaloni trató de mantenerse ordenado en el arranque. Esa prioridad hizo que cediera la iniciativa al seleccionado local, que buscaba asegurar la posesión y progresar con juego asociado. Pero las imprecisiones ayudaban a la recuperación del once argentino, aunque la reconquista del balón era en el campo propio, y debilitaba los intentos de contraataque. Cuando Argentina cambiaba el libreto y se decidía a presionar arriba desnudaba las limitaciones marroquíes e insinuaba que el desequilibrio podía llegar por ese camino.

Después del minuto 30, la Selección de Scaloni transitó sus mejores momentos. Porque la defensa consiguió solidez, y Paredes y Rodríguez cortaron balones que depositaron en los pies de De Paul y Pereyra, aunque los intentos de los carrileros se frustraban por las infracciones del local, fuertes y apenas castigadas por alguna tarjeta amarilla. En este panorama, Dybala y Martínez quedaban aislados y eran fácilmente absorbidos por los defensores rivales. Así se fue un primer tiempo paupérrimo.

Desde la actitud, el equipo argentino se mostró más ambicioso en el inicio del complemento. Esa búsqueda la traslucía el adelantamiento al campo contrario, sobre todo a través de Acuña. Por la banda izquierda, el ex Racing generó un par de situaciones de peligro. La más clara con un pelotazo que encontró a Pereyra en el segundo palo, pero el remate del volante fue demasiado alto para intranquilizar a Bounou. 

Sin embargo, aquel inicio de etapa complementaria que entusiasmó se transformó demasiado pronto en un trámite chato, acentuado por la catarata de cambios que propuso cada entrenador. En esa lotería de modificaciones, el premio mayor lo sacó Scaloni, porque Correa –ingreso por De Paul– construyó la maniobra individual que terminó en el 1-0. El ex San Lorenzo encaró por izquierda, pero en vez de ingresar al área grande, corrió paralelo a ella y cuando se le hizo el claro sacó el derechazo que superó la reacción de Bounou. Fue solo una maniobra individual, a la postre la única diferencia en un partido que acentuó las dudas sobre el presente y el futuro de la Selección Argentina.