PáginaI12 en España

Desde Madrid

Empezó a correr la cuenta regresiva de un mes para las elecciones generales del 28 de abril, y las fuerzas políticas de España muestran sus primeras cartas. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha presentado esta semana su programa electoral. Un plan de 110 medidas con una fuerte apuesta por el Estado de bienestar y las leyes de igualdad de género. El Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), las formaciones más fuertes de la oposición, apuestan por un discurso de guerra a los independentistas de Cataluña, el coqueteo sobre una posible alianza del centro derecha tras los comicios, y su clásico programa de reducir impuestos a los sectores más pudientes. Aunque se haya profesado el fin de las ideologías en reiteradas oportunidades, la campaña electoral en el país ibérico reedita el clásico enfrentamiento entre izquierda y derecha.

“El Estado de bienestar representa lo mejor que tenemos como sociedad”, afirmó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación de las 110 medidas con las que prometió reforzarlo. Las más destacadas, un ingreso mínimo vital para derrotar la pobreza infantil, un nuevo estatuto de trabajo que desmonte las desigualdades creadas por la reforma laboral del expresidente Mariano Rajoy, y un relanzamiento del sistema sanitario, cuya modificación estrella es la inclusión de un servicio dental gratuito. Para afrontar los gastos que demandaría esa inversión social, el mandatario socialista precisó que “las grandes empresas y los contribuyentes con más ingresos tendrán que hacer un esfuerzo suplementario”.

De cara a la agenda feminista, Sánchez prometió “romper de una vez por todas la brecha salarial”, votar una ley integral de igualdad de trato y no discriminación por la orientación sexual e identidad de género, y modificar el Código Penal para incluir una tipificación específica sobre delitos sexuales. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que había precedido a Sánchez en la presentación, dijo que el feminismo representa “el 50% de la agenda del socialismo en el siglo veintiuno”.

Esta misma semana, el presidente de Cs, Albert Rivera, realizó un anuncio de alto impacto al tenderle la mano al PP para formar una alianza de gobierno. Una jugada para mover las fichas del rompecabezas electoral que, según las últimas encuestas, promete el fin de las mayorías, y un escenario abierto entre una coalición del centro derecha, con PP y Cs más el posible apoyo del ultraderechista Vox, u otra del PSOE con Unidas Podemos, y el respaldo de fuerzas independentistas.

Rivera, en cualquier caso, aspiraba a lograr el apoyo del PP para instituirlo en jefe del próximo gobierno. Un ejecutivo de centro y liberal, en un país que, según su apreciación, ya no se divide entre “rojos y azules”. Sin embargo, el líder del Partido Popular, que reniega de Cs y Vox, por haberle restado protagonismo dentro del centro derecha, recogió la propuesta de Rivera pero conservó el cargo de presidente para sí mismo, y le ofreció al líder de Cs la cancillería. “Albert Rivera sería un excelente ministro de Exteriores, que llevaría mucho mejor la política contra las mentiras de México y la actuación de los senadores franceses”, dijo el jefe popular en relación al pedido de disculpas que solicitó el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el apoyo de parlamentarios franceses a los independentistas catalanes.

Más tarde, y ante el malestar que causó en Cs la forma en que reaccionó el PP a su ofrecimiento, Pablo Casado volvió al tema para agregar que Rivera sería mejor vicepresidente que la actual, Carmen Calvo.

A pesar del baile de declaraciones, es un hecho que las dos fuerzas del espectro de derecha piensan seriamente en una alianza tras las elecciones. De la misma forma, en que ambas se interpelan para enfrentar al independentismo catalán, al que han señalado como su principal enemigo, después del PSOE que lidera Pedro Sánchez.

Inés Arrimada, la cara más visible de Cs después de Rivera, dijo este semana que los socialistas son “fans de los pactos con los nacionalistas”, mientras el jefe de la fuerza se ofreció como la opción para impedir “un gobierno de Sánchez con los separatistas”. En una misma tónica, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, afirmó que aplicarían el artículo 155 (para intervenir la autonomía) en el primer Consejo de ministros si su partido llegara a la Moncloa, y aseguró que el PSOE contempla la independencia de Cataluña como una opción real.

Otro asunto en el que coinciden PP y Cs es en la política impositiva. La formación de Casado propuso una “revolución”, para reducir el impuesto a las rentas altas, reducir o anular el gravamen a las sucesiones, y rebajar el impuesto de Sociedades que pagan las empresas. Cs, por su parte, coincide respecto a las sucesiones, y ha presentado un gran beneficio fiscal sobre las rentas de aquellos que residan en zonas despobladas. De aprobarse las reformas de ambos partidos, España se colocaría más lejos de sus socios europeos respecto a la presión impositiva. El ranking del 2016, situó al país ibérico en el 34,1% mientras que la media de la zona euro, se encuentra en el 40,2%.

La principal fuerza independentista catalana también ha mostrado sus cartas. El president de la Generalitat, Quim Torra, afirmó ayer que aunque cree que el PSOE pactará con Cs (palabras que suenan a provocación), sigue ofreciéndole su apoyo a Sánchez. Pero, a cambio de que el derecho de autodeterminación de (Cataluña) esté sobre la mesa de negociaciones. Un convite imposible de tragar para el mandatario socialista, al menos durante la campaña. 

Unidas Podemos, ha entrado de lleno en la carrera electoral con el regreso de Pablo Iglesias el sábado pasado tras su baja por paternidad. Aunque no ha presentado oficialmente el programa de su partido, la formación morada ya dejó en claro que empujará una agenda social y feminista más ambiciosa que la del PSOE, en oposición a los sectores que tradicionalmente conservan el poder en España.