La gran fiesta de anoche en el Cilindro de Avellaneda cerró otra campaña histórica de Racing. Pero para el nuevo (y merecido) campeón, la Superliga empezó mucho antes de que la pelota diera su giro inicial. Y acaso ahí esté una de las razones de esta consagración que ha llenado de orgullo legítimo a sus millones de hinchas. A diferencia de la mayoría de sus rivales, Racing no compró por comprar ni se llenó de jugadores complementarios y descartables. En los dos últimos mercados de pases, el presidente Víctor Blanco, el manager Diego Milito y el técnico Eduardo Coudet fueron a buscar lo estrictamente necesario. Y trajeron los titulares que les hacían falta para armar la columna vertebral del mejor equipo de todos.

El arquero Gabriel Arias, los chilenos Eugenio Mena y Marcelo Díaz, el mediocampista Guillermo “Pol” Fernández y el delantero Jonathan Cristaldo llegaron en invierno y rápidamente se ensamblaron en la estructura y ensancharon las posibilidades de elección de Coudet. En verano, se apuntó al oficio goleador de Darío Cvitanich. Y otra vez salió bien. El excentrodelantero de Banfield aportó 3 goles y mucho más que eso, terminó como titular en el ataque junto a Lisandro López, el ídolo máximo de los racinguistas. 

En ningún caso, se trató de apuestas de resultado incierto. Acaso haya sido Gabriel Arias una revelación bajo los tres palos académicos porque el ambiente del fútbol no lo conocía tanto. Pero el presidente, el técnico y el manager trajeron esos jugadores porque sabían perfectamente lo que les podían entregar. El gran mérito de los futbolistas fue haberlo dado. En el punto exacto que se esperaba de ellos, incluso más.

No fue sencillo el proceso. Coudet y Milito discutieron mucho por este tema y las fricciones no parecen haber sido superadas. Uno y otro se vetaron mutuamente algunas contrataciones y nada indica que vaya a pasar algo diferente cuando en el próximo mercado invernal, empiece a armarse el plantel para la Superliga 2019/2020 y la Copa Libertadores del año que viene. 

Pero sea cual fuere el desenlace de esta historia, el técnico, el manager (y también el presidente Blanco) han ratificado su buen gusto y buen ojo a la hora de elegir jugadores y armar el plantel. Cuando la mayoría de los equipos sale a buscar refuerzos de jerarquía y apenas si trae lo que puede, Racing no le vendió humo a su gente. Prometió ir a buscar lo mejor, lo trajo y los futbolistas cumplieron. Por eso, anoche tres generaciones de hinchas en un estadio repleto, se dieron un abrazo que sólo pueden darse los que se sienten verdaderamente campeones.