El Parque de la Memoria presenta en estos días la muestra Poéticas políticas, curada por Florencia Battiti (coordinadora de Artes visuales del Parque) y Fernando Farina, que incluye obras de Esteban Alvarez, Carlota Beltrame, Diego Bianchi, Viviana Blanco, Rodrigo Etem, Roberto Jacoby y Syd Krochmalny, Magdalena Jitrik, Leticia Obeid, Jonathan Perel y Gabriel Valansi.

La exposición busca no sólo ofrecer una selección de obras de arte político sino discutirlo, dado que todo arte es político. Se pregunta por el concepto mismo y por la relación entre arte y política. De modo que tanto los curadores (a través sus textos) como los artistas (mediante sus obras) reflexionan sobre el tema. Y a ellos se agrega una publicación (de entrega gratuita) en la que un grupo de 23 artistas, historiadores, críticos, docentes y ensayistas debaten sobre qué es “arte político” .

En el caso de las obras se trata, por una parte, de trabajos realizados entre los años noventa y 2015; y, por la otra, de obras hechas especialmente para la muestra, como las de Esteban Alvarez (un video y una instalación), Diego Bianchi (una gran instalación que ocupa una sala completa) y Viviana Blanco (un enorme dibujo en carbonilla y acrílico sobre la pared). La videoinstalación de Jonathan Perel se trata de una edición en cuatro canales, extraída de la película que Perel había presentado en el Bafici. 

Según explican los curadores, “al recorrer la muestra esperamos que el público compruebe que lo político en estas obras puede manifestarse de muy diversos modos. A través de la textura y la opacidad que las fotografías de guerra de Gabriel Valansi ofrecen para reflejar el ‘espíritu de nuestro tiempo’; en la búsqueda por reconectar el arte con lo natural, lo social, e incluso con lo sagrado, que se percibe ante Los árboles de cuadros de Magdalena Jitrik y en la obscena verborragia que los lectores de las versiones on line de los principales diarios vuelcan sin filtro, dejando al descubierto las zonas más oscuras y reaccionarias de la sociedad argentina y que Roberto Jacoby junto a Syd Krochmalny transcriben textualmente en Los diarios del odio. 

“Por su parte, en las obras de Carlota Beltrame y Jonathan Perel, lo político aparece cuando los resabios del autoritarismo y la violencia latentes en la cotidianidad de la sociedad tucumana se revelan en los nombres de unos pueblos ignotos o en la materialidad que comparten los souvenires populares de la zona con unas esculturas que reproducen a escala real los atributos del poder. 

“Pero, a su vez, lo político también irrumpe de improviso en la impunidad liberadora del humor que destilan las obras de Esteban Álvarez y Rodrigo Etem, en los dobles sentidos –esos aliens del lenguaje– que explora Leticia Obeid, en la belleza incierta que emana de los inmensos dibujos a carbonilla de Viviana Blanco y en los mundos inestables, berretas y profundamente antiestéticos que, con la basura nuestra de cada diìa, construye laboriosamente Diego Bianchi”. 

Por parte de quienes ofrecen sus hipótesis desde la publicación ad hoc, el más conciso es el historiador del arte y curador Roberto Amigo, para quien “el arte político actúa sobre los saldos de la derrota”.

Por su parte el artista Luis Camnitzer señala que “todo lo que hacemos es político (incluso lo apolítico), pero solamente aquello que amplía el conocimiento llega a pasar al campo del arte”.

El crítico, investigador y docente Gonzalo Aguilar considera “menos desafiante el arte que se subordina a la política que el que con sus desvíos y materiales indica qué zonas de la vida pueden adquirir estatuto político. La pregunta sobre lo político antes que las respuestas sabidas de antemano”.

A la crítica literaria y ensayista María Teresa Gramuglio, le parece indispensable “jugarse a la más alta exigencia estética, a la actitud crítica y a no ser concesivo ni propagandista de los poderes de turno. Aunque la historia del arte esté plagada de obras maravillosas concebidas para homenajear a los poderosos”.

Según el artista Norberto Puzzolo, “hacer arte político hoy, en el pasado y seguramente en el futuro, implica que el artista se comprometa con una realidad que somete, y de muchas maneras, a gran parte de la sociedad, a sabiendas de que no podrá modificarla, pero sí ponerla en evidencia. Hacer arte político hoy significa tomar posición y correr riesgos”.

Para la historiadora del arte Laura Malosetti Costa, “la única certeza que puedo proponer es que el arte, cuando es político en el más amplio sentido de este hermoso adjetivo, produce un destello de lucidez crítica, cambia algo en nuestro modo de ver, de pensar y de vivir en el mundo”.

Las obras incluidas en la muestra, a través del dibujo, video, objeto, instalación, fotografía,  rodean lo político, según cada artista, desde aproximaciones poéticas, discursivas, irónicas, formales, de contenido o conceptuales. Lo que determinará su condición política, más allá de las intenciones, será la lectura y la interpretación de los visitantes. 

* En la Sala Pays del Parque de la Memoria, Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745 –adyacente a Ciudad Universitaria–, hasta el 6 de marzo. La sala de exposiciones está abierta de lunes a viernes de 10 a 17 y los sábados, domingos y feriados de 12 a 19, con entrada libre y gratuita.

Fragmento de “Los diarios del odio”, de Jacoby y Krochmalny.