Hace diez años, alrededor de 6000 niños y niñas quedaban sin vacantes en el nivel inicial. La escasez se concentraba, sobre todo, entre los menores de 2 años. En 2019, este déficit supera los 13000 niños. Aumentó el déficit de plazas, y con ello, la posibilidad de contar con una estrategia estable de cuidados para los hogares que no pueden pagar un jardín privado (o para quienes el hecho de pagarlos representa fuertes ajustes en el presupuesto familiar). En paralelo, aumentaron los hogares bajo la línea de pobreza. La convergencia de estos procesos no hace más que reproducir los niveles de pobreza. ¿Por qué? Porque los jardines operan como una estrategia de cuidados para los hogares. La única capaz de garantizar estabilidad y de tender hacia la universalidad de coberturas. La CABA es la jurisdicción más rica del país, también es la que cuenta con mayor oferta en el nivel inicial. Aun así, el déficit no hace más que incrementarse.

Conseguir una vacante habilita a las mujeres a cargo del cuidado infantil a ingresar o permanecer en el mercado laboral. La restricción, en cambio, las confina a proveer cuidados a tiempo completo y con ello, a un mayor riesgo de pobreza en sus hogares. Como muestra un informe global de la OIT (2018), hay una relación directa entre la asignación de trabajo de cuidados no remunerados sobre las mujeres y la persistencia de las desigualdades de género en el mercado laboral.

Quienes se preocupan por los crecientes niveles de pobreza y de desigualdades socioeconómicas no suelen tener en cuenta el enorme impacto redistributivo que supone la expansión de servicios de cuidado. No sólo facilitan la obtención de ingresos para las familias, también traccionan el empleo femenino -predominante en la atención de estos servicios. Hace diez años, quienes deambulaban por los barrios en busca de una vacante, me decían: “si Dios quiere, el año que viene conseguiremos”. Pero no. Las decisiones presupuestarias son bien terrenales. Las respuestas están aquí y de ellas depende el bienestar de los hogares, de las mujeres y de la infancia.

Eleonor Faur es socióloga, autora de El cuidado infantil en  el siglo XXI. Mujeres malabaristas en una  sociedad desigual.