“El título del libro plantea un dilema que es toda una provocación”, dijo Nora Veiras, sentada junto a Jorge Alemán en la presentación de Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación en una repleta sala Caras y Caretas. Alemán plantea una dicotomía en la que hay mucho en juego, una opción que involucra al sujeto como individuo pero que lo obliga a una intervención colectiva. ¿Es posible transformar un sistema que se presenta como eterno e inmutable? “El capitalismo ya no es un elemento exterior, está en nosotros. Es un crimen perfecto porque es una experiencia interior. No hay un imaginario social alternativo al capitalismo ni podemos vivir fuera de él, salvo que haga alguno de los divertimentos que el propio capitalismo propone”, arrancó el escritor y psicoanalista, y agregó que la alternativa es la emancipación porque implica que la manera de venir al mundo del ser humano no es todavía bajo la forma mercancía. “No todo está apropiado por el capitalismo”, aseguró el ensayista.

Veiras afirmó que hablar de un libro le resulta muy difícil, que “lo mejor que se puede hacer es leerlo y disfrutarlo”. Y le preguntó a Alemán cómo analiza al capitalismo en esas páginas. “La depresión es el proyecto que el neoliberalismo tiene para extenderlo socialmente, de tal manera que los sujetos no sólo pierdan, se destruyan sus posibilidades, se queden sin recursos para la vida sino que además se sientan culpables de eso”, explicó. “Se trata de fabricar a culpables y a deudores”, enfatizó, y aseveró que el capitalismo logró hacer crecer “exponencialmente” ese sentido de culpabilidad. “Le escuché decir a la presidente del FMI que había un agujero en el techo pero el sol brillaba. Ahora vienen tiempos de tormenta y hay que hacerse cargo del agujero. Así estaba anunciando el próximo ajuste. Había que solucionar un problema pero estábamos perdiendo el tiempo: es culpa nuestra”, ejemplificó.

Abandonadas las certezas de transformación de la revolución de los ‘60 y ‘70, hoy la emancipación corre por senderos más inciertos, sin garantías de triunfo ni, tal vez lo más complejo, sin caminos seguros. “La revolución pensaba de entrada un sujeto colectivo, ya constituido, que por su lugar en el aparato productivo realizaba la revolución: el proletariado” analizó Alemán, y confesó que no cree en la existencia de ese sujeto. “Si uno analiza las revoluciones existentes siempre fueron construcciones bastante heterogéneas. La emancipación no tiene punto de llegada, es siempre parcial y es disruptiva. Son momentos, como pasó en nuestra experiencia nacional y popular”, recordó, y afirmó que incluso van más allá de lo que un gobierno puede proponer. “Todo lo importante genera algo que lo supera. Y aquello que fue más lejos que el peronismo es el kirchnerismo”, reflexionó.

“A pesar de este cambio de perspectiva, ¿se puede imaginar quién encabece un proceso de transformación?”, quiso saber Veiras. “Lo que me pregunta Nora no tiene respuesta”, se atajó Alemán. “No hay un protagonista que intrínsecamente sea transformador” sentenció, pero aclaró que sí hay demandas insatisfechas que deben ser articuladas y representadas. “No creo que pase nada importante en los proyectos emancipatorios a partir de ahora que no tengan a las mujeres, que reintroducen en la política algo que era fundamental: el problema del deseo, del amor y de la sexualidad, sean cuales sean las variantes de los distintos feminismos que hay en curso”, afirmó. “Por primera vez la política no tiene más remedio que hacerse cargo de que un montón de temas que hubieran sido considerados tradicionalmente periféricos ahora están en el centro”, arriesgó el psicoanalista.

“Una experiencia histórica es interesante no sólo por lo que estaba contemplado en el programa, sino también por aquello a lo que dio lugar. Ese es otro problema que me interesa indagar: qué tipo de huella deja esa práctica en el capitalismo”, profundizó el ensayista.  Es decir, si esas experiencias “se disuelven como dice el personaje de Blade Runner como las lágrimas en la lluvia o se mantienen. Dado que no hay una emancipación como llegada final, depende mucho de lo que se ha depositado de una experiencia histórica como una huella verdadera”. Ante la pregunta de Veiras sobre cuál sería una práctica que deja huella, Alemán recuperó algo que había sucedido unas horas antes: “Estoy convencido de que lo que sucedió en este país con las políticas de la memoria sigue siendo una huella que no podrán borrar. Dijeron que fue un fraude, un robo planificado, que lo hacían para cobrar subsidios, y hoy apareció la nieta 129”, celebró, y la sala estalló en aplausos. “Ahí hay algo del orden de lo inapropiable”, sentenció.