"Cuando Barullo resbale por los mármoles traspasando puertas, habrá llegado para quedarse". Así saluda Víctor Maini, escritor y kiosquero, a la nueva revista que se presenta hoy a las 19:30 en Homo Sapiens (Sarmiento 829, Rosario). Estarán sus editores Perico Pérez, Horacio Vargas y Sebastián Riestra, con los oradores Pablo Feldman y Fernanda Blasco.

Editada con apoyos públicos y privados, impresa en UNR Editora, a la venta en kioscos y bajo el eslogan "el ruido de la cultura", la revista Barullo viene a llenar (en parte, al menos) el vacío de revistas culturales en papel en Rosario. Barullo (pronunciado "barusho" en el dialecto de la zona) significa en lenguaje coloquial "ruido, desorden y confusión grandes, generalmente provocados por un grupo de muchas personas que hablan o se mueven al mismo tiempo". Viene del portugués "barulho", envoltorio, del latín "involucrum", y es una palabra análoga a "marulho", en portugués: murmullo del mar.

Quizás suene en esta be y en esta "u" el eco de la legendaria revista Boom, uno de cuyos escritores es hoy el personaje de la cultura que se abre y cuenta su vida para Barullo en una entrevista del periodista Edgardo Pérez Castillo: el poeta, historiador y gestor cultural Rafael Ielpi. Refiere explícitamente a las fotos de Carlos Saldi para Boom la nota de Miguel Roig, una evocación del Rosariazo que su autor hace resonar al unísono con la Revolución Francesa. Sobre la revolución de hoy, que está realmente a la vuelta de la esquina, escribe con lúcida convicción feminista y una prosa que avanza a paso firme la destacada periodista Sonia Tessa. Otra multitud protesta y se disgrega entre los individuos que la integran en el original ensayo fotográfico del reportero gráfico Sebastián Joel Vargas sobre el Ruidazo contra el tarifazo. Y Andrés Macera revive en sus fotografías la pionera técnica de la cámara oscura.

La publicación reúne a dos editores periodísticos con tres décadas de reconocida experiencia en la prensa gráfica local: Horacio Vargas (jefe de redacción en Rosario/12) y Sebastián Riestra (subsecretario de redacción en La Capital). Se conocen desde que Vargas le publicó a Riestra su primer poema en la revista Smog, una "revista subterránea" que él editaba en Rosario a comienzos de los años '80 (no confundir con el cómic de ese nombre) entre el final de la última dictadura y el retorno de la democracia. De nuevo los unen tiempos interesantes.

"Consideramos que punto de partida tenía

que ser el placer. El placer de quien

escribiera, la libertad absoluta". Riestra.

Biógrafo de Fontanarrosa y autor de Desde el Rosario, Vargas sostiene que sin mirada no hay periodismo; Riestra, poeta que escribió Rémora y La muerte duplicada, afirma que sin oído no hay escritura. Coinciden en una ética periodística que se resume en el octavo mandamiento del decálogo: no mentir. Horacio se atribuye la idea de la revista y establece su consigna de trabajo: "Contame una buena historia, bien escrita". "La dupla Vargas-Riestra consideró que el punto de partida tenía que ser el placer, el placer de quien escribiera, la libertad absoluta", recuerda Sebastián para Rosario/12. "Y entonces abrimos el juego a gente a la cual le tenemos en primer lugar cariño y en segundo lugar un gran respeto profesional, y les dijimos que sugirieran posibilidades de escritura, en distintos géneros periodísticos: la idea es que haya crónica, que haya reportaje, que haya investigaciones, que haya reseñas críticas, y cada uno sugirió una ruta. En algunos casos la sugerimos nosotros".

En el ranking del placer de quien lee, compiten por el primer puesto la crónica de Jorge Salum sobre la fragilidad de ser ciclista en Rosario, la de Marcelo Scalona sobre la casa Saer (delicia para quienes pesquen el deslumbrante ejercicio de estilo que disfraza su prosa como obra de Juan José Saer) y la de Javier Núñez sobre su primera visita al Museo Castagnino, cuyo Salón Nacional es objeto de una reseña nada complaciente por el crítico de arte Rubén Echagüe.

La nota del crítico literario Alberto Giordano sobre el novelista César Aira es tan amable que da miedo; tras comprobarse que Aira aún respira, el texto ayuda a sanar el vínculo (como dicen los reikistas) entre productores y academia. El dramaturgo Leonel Giacometto invita con argumentos poderosos a ver teatro independiente, y la inoxidable crítica musical Carolina Taffoni conserva intacto el filo de su pluma como blogger al escribir sobre rock. El periodista Horacio Çaró entrevista a Ana María Ferrini (creadora de la página Basta de demoliciones), mientras que el periodista y cómico de stand up Mauro Aguilar narra con humor su pesquisa del secreto de la pizza local.

No se trata de imponer un estilo editorial sino de encontrar un tono de voz. Barullo encontró el suyo: conversador, con calle, por momentos lírico o desfachatado pero nunca zafado, como si entre quien escribe y quien lee no mediara una publicación en papel sino una mesa con vino bueno. Acerca de la estirpe noblemente bastarda de este tono, Riestra tira una contraseña de cuatro caracteres: Arlt. Y quien la escucha piensa no tanto en el Roberto Arlt dramaturgo o novelista como en el columnista de aquellas Aguafuertes en el diario El Mundo.