El Forum Infancias declaró su oposición al proyecto de ley presentado en febrero para la creación de un “Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil” en tanto “no toma en cuenta las características propias de la adolescencia y castiga a los adolescentes en lugar de posibilitarles salidas dignas. Aquí, el texto completo:

“Sabemos que el modo en que todos los adolescentes transitan esa etapa de la vida depende en gran medida de que el contexto les ofrezca un espacio de sostén y despliegue de posibilidades. 

De acuerdo a los valores de hoy, se considera que todo niño y adolescente tiene que ser un gran consumidor y un futuro productor y se lo empuja a un supuesto ‘éxito’, lo que promueve vacíos anímicos y actuaciones reiteradas.

Pero además la idea de la adolescencia como momento de cambio, de salida al mundo, parecería confundirse cuando se supone que hay adolescentes (los de las clases acomodadas) y “menores” para los que no se supone que están en proceso de cambio. Es decir, son sujetos a los que no se les reconoce su identidad como personas en transformación, en un recorrido de búsquedas y desencuentros. Se los piensa ya definidos para siempre y se los estigmatiza.

También está el tema de la visibilidad. Hay chicos que no hay sido nunca registrados como tales. No se los visibiliza ni siquiera cuando aparecen muertos. Pero es suficiente que sean ellos los violentos para que aparezcan en la tapa de los diarios. Y sabemos que es una etapa en la que ser ‘ninguneado’ es terriblemente doloroso.

A esto podemos agregar que el ideal de un adolescente es generalmente ser el héroe, el que transgrede, el que arriesga todo a cada instante, el que supone que todo instante es infinito. 

Es por eso que no son mayores castigos los que pueden modificar la conducta de un adolescente. Es más, a veces cuanto mayor sea el peligro, más pueden trasgredir, en tanto ubicarse como héroes, como aquel que se anima a realizar la tarea que los otros no realizan, es una suerte de ideal adolescente. 

Por último, si no hay actividades en las que supongamos autónomo a un chico de 15 años, si no lo dejamos votar, ni manejar, ni siquiera firmar su boletín de clases, si sabemos que los 15 años es una edad en las que los chicos entran habitualmente en crisis y es donde es más frecuente la deserción escolar, es decir si toda la adolescencia es una etapa crítica y esa edad es habitualmente el punto culminante ¿no tendríamos que plantearnos que en lugar de declararlos culpables y punibles tendríamos que usar todo el tiempo en que se discuten esas leyes pensando cómo hacer para que se sientan escuchados, para que puedan desplegar su creatividad, para que se sientan tenidos en cuenta socialmente y puedan ir construyendo un lugar y, sobre todo, para que puedan sostener proyectos?

El castigo solo podría incrementar el riesgo. Y el riesgo es lo que el adolescente busca, lo que transforma un hecho banal en un acto heroico. Suponer que el asunto es castigar más en lugar de crear otros espacios y culpabilizarlos por lo que todos generamos mientras se cercenan derechos (se cierran orquestas, murgas y escuelas) es una violencia social extrema. 

Por todo esto, nos oponemos como profesionales que trabajamos con niños, niñas y adolescentes a este proyecto de ley.