La inflación se ubica en 54 por ciento anual. La tasa de interés en 68 por ciento. El riesgo país arriba de los 830 puntos. Hace seis meses la inflación era de 45 por ciento anual, la tasa de interés 45 por ciento y el riesgo país 630 unidades. Estos son algunos de los principales indicadores macro para evaluar la situación financiera. La conclusión es evidente. El nivel de incertidumbre entre los inversores se mantiene y no da pistas de moderarse. El programa de emisión cero y bandas cambiarias anunciado en octubre no fue eficiente para reducir la desconfianza. 

El Banco Central no da el brazo a torcer. Esta semana avanzó en otra medida desconcertante: cambió otra vez su programa financiero para concentrarse en frenar las expectativas de devaluación. La hoja de ruta de la entidad monetaria es clara. Los anuncios no dejaron lugar a la duda. Tiene la intención de contener el dólar hasta finales de este año sin importar las consecuencias. 

La propuesta para intentar controlar la divisa se pensó en etapas. La primera durará hasta fines de junio. La banda cambiaria no se tendrá en cuenta y sólo existirá un techo de cotización para la divisa de 51,45 pesos. El BC se comprometió a vender hasta 210 millones de dólares por día para evitar que el tipo de cambio suba de ese valor de referencia (150 millones se explicarán por reservas propias y 60 millones serán dólares del Tesoro que se subastan en el mercado). 

La lógica de esta medida es simple. El Central no pondrá límites a la apreciación del peso y garantizará que los inversores que apuestan a la tasa de interés no pierdan contra la devaluación de los próximos meses. Las tasas de las Leliq siguen ubicándose en torno de 70 por ciento y permiten rendimientos extraordinarios. 

La idea de eliminar la zona de no intervención puede o no ser efectiva. La reacción del mercado es impredecible. Lo interesante es observar la falta de coherencia en el discurso del Central. Las bandas cambiarias eran el corazón del programa anunciado en octubre. Guido Sandleris aseguraba que la propuesta era elemental para su gestión porque le ofrecía una señal contundente a los inversores: no iba a volver a caer en la trampa de la apreciación.  

El discurso de las bandas cambiarias ajustables por inflación duró menos de seis meses y genera un nuevo desgaste en la credibilidad de los inversores. El Central tiene dos desafíos importantes para conseguir que su nueva estrategia sirva para sostener la divisa en los próximos meses. El primero es lograr que el mercado vuelva a crear en lo que le promete. En el último año y medio ganó mala reputación porque incumplió promesas y cambió programas cambiarios y monetarios en reiteradas ocasiones. 

El segundo desafío es controlar los miedos del mercado para el próximo año. La idea de mantener el dólar en un valor inferior a 51 pesos hasta diciembre y sostener las tasas de interés en moneda local elevada potencia los riesgos financieros de mediano plazo. La percepción de los inversores es que la autoridad monetaria acumulará pasivos a un ritmo más elevado y más temprano que tarde los licuará con una fuerte devaluación o el canje de sus letras por un bono de largo plazo. Nadie quiere ser el último en quedarse en pesos en ese escenario y la respuesta puede ser adelantar la dolarización.