Los argentinos hemos sido víctimas de saqueos y del colonialismo en formatos varios. Para eso fueron necesarios traidores internos e idiotas útiles. Ahora me pregunto si nosotros los progres, los librepensadores, los politizados, los que leemos un par de libros al año no hemos sido también idiotas útiles al adoptar de manera tan entusiasta las ideas llegadas del extranjero.

Pienso en esos intelectuales, en general franceses o alemanes, que desde hace décadas nos dicen cómo es el mundo y cómo combatir sus males. Intelectuales que acá (como en ningún otro lado) son tratados como estrellas de rock. Me pregunto si nuestro error histórico no ha sido escucharlos con exagerada devoción y actuar en consecuencia, a veces sin siquiera adaptarlos a la realidad local. Como si la argentinidad a través de una lupa importada se entendiera mejor.

No hablo de nuestros hombres de la independencia que leían los textos de la Ilustración francesa. Esa era una época sin muchos libros para llevarte al baño y sin papel higiénico esperándote. Me refiero al excesivo respeto que hemos tenido los doscientos años siguientes por todos los ismos foráneos, ismos que a veces se diluían muy rápido, en todos lados menos acá.

Si fracasamos tantas veces como país, como se comenta por ahí, quizá el error estuvo en tomar como propio un etnocentrismo ajeno (oxímoron si los hay), hacerlo entrar a los martillazos en nuestra realidad. Además eso nos obligó a confiar (no había otra) en los traductores y referentes locales, en los discípulos de cada gurú del pensamiento que andaba dando vueltas, y entonces las ideas llegaban a nosotros manipuladas, retorcidas, confusas.

¿Acaso está diciendo, Chiabrando, que no deberíamos haber participado en la polémica existencialismo sí, existencialismo no, que no deberíamos haber tomado como dogma las ideas socialistas/marxistas/comunistas, que no deberíamos haber desarrollado esa acromegálica fascinación por el psicoanálisis, que no deberíamos habernos tomado la posmodernidad con tanto entusiasmo?

Y yo respondo con otra pregunta: ¿Y si ese colonialismo intelectual hubiera sido para entretenerlos mientras que el poder económico nos seguía saqueando? ¿Y si hubiera sido sólo para vendernos libros y congresos? ¿Acaso es lógica nuestra infantil idolatría alrededor del mayo francés (pongamos)? ¿O son simples e inconfesables ganas de hacernos los parisinos y los cultos?

Es loco pensar que ha muerto gente por llevar adelante ideas pensadas para otras realidades, ideas que quizá nunca cuestionamos como se debía y que no hablaban de nosotros sino del joven francés de la posguerra, del burgués europeo del siglo XIX, del obrero de la revolución industrial o del obrero ruso, del campesino chino.

Quizá hubiera sido mejor jugar a plata o mierda. Adoptar desde un principio las ideas de Moreno, San Martín, Alberdi, incluso de los reaccionarios como Borges o Sarmiento, e ir por ese camino, aunque sea para desafiarlas, nos llevara adonde nos llevara. O bien mirar con más atención nuestro pasado americano, indígena. Pero, Chiabrando, ¿acaso me está diciendo que esa indiada que andaba en bolas pensaba el mundo? El mundo no sé, pero seguro que pintaban su aldea, y luego supimos (gracias a un pensador extranjero, otro oxímoron), que al pintarla pintaban también el mundo. ¿O esa idea sólo vale para los caucásicos educaditos y con buena prensa?

Pensemos en cómo estaríamos si hubiéramos rechazado las ideas extranjeras simplemente por eso. Usted me dirá que no podíamos hacer oídos sordos a las buenas ideas, que podría habernos ido peor. ¿Peor? Si después de ponernos las túnicas de todos los ismos de la tierra estamos otra vez contando las moneditas.

Por ahí dejamos pasar la oportunidad cuando nuestros abuelos llegaron escapando de la malaria y la muerte generada por el fascismo, en algunos casos, o por los delirios del estalinismo en otros. Quizá era ahí donde tendríamos (los argentinos) que habernos mirado más el ombligo.  Pero los que llegaban no lo dijeron con claridad y los que estaban acá no lo vieron.

Usted dirá que soy muy simplista, pero me parece que estar tan preocupados por el ser, la nada, la trascendencia y la inmanencia, poco tenía que ver con nuestros problemas del tercer mundo, urgentes y primarios: falta de comida, de guita, de libertad. A veces de vida. Es obvio (y nunca aclaro esto pero hoy sí) que lo digo desde la ironía, pero seamos honestos, ¿no les parece que a veces sólo nos están mareando con puro palabrerío?

El peronismo fue una manera de tener una idea propia sin depender del aval del ideario importado. Quizá eso ayudó al nacimiento de antiperonismo. El antiperonismo, con raíz en la clase media más ignorante, no iba a permitir una ideología que no viniera de París, como la cigüeña y las carteras Vuitton. El resto lo hicieron los cómplices y los idiotas útiles a los que me refería antes. 

Quizá el error de nuestros pensadores, fue haberlo dicho breve y comprensible porque no estudiaban en la Sorbona ni vivían en románticos altillos, sino que estaban corriendo la coneja o escapando de la guadaña del enemigo. Vea a Borges (otro oxímoron, no era pobre y era antiperonista), que con una frase o un texto de una página influyó en teorías literarias, en pensadores como Foucault, y quizá en ideas que decantaron en la posmodernidad. Pero no, eso es poco francés. Había que hacerlo difícil y escribir libros kilométricos que total en Argentina los van a comprar, leer e idolatrar. Incluso había que tomar una idea de Borges de dos párrafos para devolverla en libros y más libros que nosotros compraríamos porque ismo que viene de París es moda y no se discute. 

De los laberintos se sale hacia arriba, de las crisis se sale hacia delante. Para nosotros, ir hacia adelante es ir hacia atrás (oxímoron final, argentinos al fin), para poder mirar tierra adentro, hacia nuestros poetas y narradores de provincia, a nuestros intelectuales y maestros, a nuestros políticos aún confiables. Yo los invito a no respetar más esa ley que dice que está mal mirarse el ombligo. Yo digo: hay que mirarse más el ombligo y tener menos la cabeza en la luna de París o Frankfurt. 

javierchiabrando@hotmail.com