Desde que empezó su emisión en YouTube el pasado 24 de marzo, hace ya más de un mes, no ha parado de tocar, ofreciendo un recital “en vivo” que promete sonar de aquí a la eternidad, cada día, todos los días. La secuencia interminable se llama Relentless Doppelganger y es una oda tan extrema al death metal que haría caer redondos a popes de la escena como Cannibal Corpse, Suffocation o Morbid Angel. De cansancio supino, sobra la aclaración. Claro que la banda, Dadabots, cuenta con una enorme ventaja: no es humana. Es un software de inteligencia artificial creado por dos graduados del Berklee College of Music, Zack Zukowski y CJ Carr, que a partir de “una red neuronal recurrente” han enseñado a la IA a interpretar canciones y aprender patrones para componer su propia música pesada. Y sí que lo ha hecho, desplegando múltiples y virtuosos riffs, solos, ritmos... “Ok, su death metal es infinito, ¿pero es bueno?”, se preguntan medios. Jack Saddler, del New Musical Express, le pegó una escuchada, y nomás oír 10 segundos, se topó con “solos de guitarra vertiginosos que recuerdan al grupo Slayer pero lo cuadriplican en velocidad, acompañados por la batería más rápida que he escuchado nunca jamás, y por feroces voces/chillidos que harían palidecer al mismísimo Corpsegrinder”. La dupla (humana) detrás de Dadabots se define como “programadores de artistas artificiales” y con su propuesta death metal, suma ya 15 mil seguidores. “Aunque nuestro objetivo era crear una recreación realista de los datos originales, estamos encantados con el mérito artístico de sus imperfecciones”, se regodean Carr y Zukowski, y coindicen en que “los cruces de varias grabaciones se transforman en una quimera surrealista de sonido”.