"Llegará un tiempo en que nuestro silencio

será más poderoso que las voces

que ustedes hoy estrangulan"

August Vincent Theodore Spies

 

El Primero de Mayo conmemoramos el día internacional de la clase trabajadora. En esa fecha de 1886 se inicia una huelga en la ciudad de Chicago exigiendo la jornada laboral de ocho horas, que culmina con la ejecución de militantes anarquistas. De esta manera, los orígenes de la conmemoración se reconocen en los mártires de Chicago, instituida por la Internacional en junio de 1889 a través de una resolución que expresaba la necesidad de una fecha de lucha internacional para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. En 1890, entonces, se conmemora y Rosario es una de las ciudades donde se realiza un acto en la Plaza López, cuya principal oradora es Virginia Bolten.

Esta fecha de lucha también tenía entre sus objetivos sedimentar la noción de clase entre lxs trabajadorxs, la consciencia para sí de una clase protagonista de las revoluciones de 1848, de la Comuna de París. Una clase protagónica, con conciencia y convicción de ser la hacedora de la historia, requería de símbolos fundantes de su identidad.

Pero el Primero de Mayo no sólo se instaló en su dimensión simbólica, sino también en su dimensión de praxis, como lo expresara Antonio Gramsci, teoría y acción conjugadas como modo de comprender la política revolucionaria. Por ello, los Primero de Mayo eran momentos que manifestaban los conflictos de clase, la lucha de clases aparecía en su máxima tensión de confrontación con el Capital, el statu quo y el Estado. Un ejemplo de ello es la conmemoración del mismo en Argentina en 1909, donde el Estado reacciona de manera brutal con el asesinato de obreros en manos de los esbirros de Ramón Falcón.

Esa confrontación se ve hoy objetada por el capitalismo de plataforma, por la extensión en la tercerización del trabajo, por la proliferación del cuentapropismo y del emprendedurismo que encuentra en las perspectivas del "fin del trabajo" su legitimación académica. Las solidaridades obreras parecen transformarse en egoísmos y simpatías abstractas. La consciencia de clase se presenta como un término absolutamente vetusto y apolillado. Las heterogeneidades y la dispersión actual en las experiencias de trabajo se levantan como impedimentos insalvables al momento de pensar en la constitución política del sujeto, la clase trabajadora.

Sin embargo, la heterogeneidad siempre estuvo presente como realidad en el mundo del trabajo. Como lo advierte Eric Hobsbawn: "A la conmemoración del Primero de Mayo le dieron forma los propios obreros anónimos que, por medio de ella, se reconocieron a sí mismos como una sola clase, a pesar de las barreras del oficio, de la lengua, incluso de la nacionalidad, cuando decidieron que una vez al año se abstendrían deliberadamente de trabajar: harían caso omiso de la obligación moral, política y económica de trabajar".

Día de lucha, de solidaridad, de internacionalismo y de recuerdo que ante la adversidad más oscura no hay lugar para el lamento y la desazón, sino para el enfrentamiento y la victoria.

 

(*) Programa de Estudios sobre Gubernamentalidad y Estado