Hacer del deseo una política es una decisión. Apunta a derribar los prejuicios históricos que se tienen sobre la mujer. Es también explorar una sexualidad que no necesariamente tiene que ver con la reproducción, sino con un reconocimiento del propio cuerpo. Saber que por ser mujer no es necesario ser madre para desarrollarse ampliamente en la vida. Es afirmar que la mujer es dueña de su propio cuerpo. Esto implica un entender a la otra sin importar su clase social, ni cultural, ni edad, escucharla y alojarla, no ser cómplices del sistema opresor y salir en defensa de la otra cuando es acosada. 

Durante siglos, han ejercido sobre nosotras una gran violencia simbólica. Hoy, esta violencia, esta fomentada por los medios masivos de comunicación y su reproducción en las calles. En esta época donde el deseo está mercantilizado (soy lo que tengo) hay una gran estructura capitalista construida sobre el ideal de belleza femenina que por un lado dice cómo debería ser una mujer y a la vez te hace sentir siempre en déficit por no cumplir con ese estereotipo. Te venden un modelo de mujer ideal que termina siendo un artificio para que en el camino hagas girar la rueda gastando mucha plata (cremas anti age, tinturas, maquillaje, quita maquillaje, centros de belleza y hasta cirugías estéticas).  

Cada vez estamos respondiendo menos a lo que socialmente quieren hacerte sentir que se espera de una mujer: ser delgada, blanca, heterosexual, tener el deseo de ser madre, cuidar de sus hijxs y su marido, a cierta edad no usar el pelo largo, no hacerse la pende vieja, ser femenina, estar depilada, teñirse para tapar las canas, no provocar, ser linda, tener buenas tetas y lindo culo. El patriarcado y el capitalismo son grandes controladores sociales sobre la sexualidad reglando los cuerpos, los placeres, las medidas y prohibiendo ciertos goces. La sexualidad está impregnada por lo heteronormativo funcional al capitalismo: matrimonio y reproducción.

Salir del sexismo es una política también regida por el deseo, es una apuesta a romper con el binarismo. Y eso también es una decisión política. En la actualidad hay una nueva cultura sexual (poliamor, pareja abierta), significantes que posibilitan habitar de otro modo el lenguaje y en efecto las relaciones sexo afectivas. 

Hacer del deseo una política implica ir a contrapelo de la estructura del patriarcado y del capitalismo porque nuestros cuerpos no son mercancías. Si hacemos del deseo una política menores serán los efectos de la violencia simbólica que se ejerce sobre nosotras.

El 8M mostró, en la calle, que llevar el pañuelo verde colgado de la mochila es una decisión política que va más allá del reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, es también, la liberación de este sistema sexista, patriarcal y opresor. Es no juzgar a la otra por cómo vive su sexualidad. 

Natalia Neo Poblet: Psicoanalista.