El episodio de la investigadora de Conicet en un programa de televisión tratando de ganar dinero para continuar sus investigaciones se transformó en una nueva ocasión para el despliegue de las contorsiones negadoras PRO, como la del diputado de Cambiemos que felicitó a la investigadora por Twitter, obviando la demolición de las instituciones científicas que viene acompañando desde su bancada. O el disparate del ministro Frigerio, que explicó que l“tenemos que hacer un esfuerzo para dejar de vivir de prestado”, frase que compite con las mejores hipocresías incoherentes de Lino Barañao, del estilo “Hay miles de doctores que lo único que quieren es el empleo fijo del Conicet”. El discurso (siempre blindado) de los funcionarios PRO es un fiel reflejo del nivel de degradación al que llevaron al sector de ciencia y tecnología (CyT).
Con mirada retrospectiva, es fácil encontrar en Internet el registro de muchas investigadoras e investigadores que ya en 2016 expresaron su convicción de que el gobierno de Cambiemos venía a destruir lo construido en CyT en el período 2003-2015. No eran clarividentes, tomaban como indicios la biografía de Mauricio Macri –un hijo de la peor fracción concentrada de la economía argentina, fortalecida durante la última dictadura, portadora de hábitos especulativos, predadores del Estado, endeudadores y fugadores–, la experiencia de los anteriores gobiernos neoliberales durante los años noventa, que impulsaron proyectos de país que no necesitaba CyT, y el desmantelamiento de proyectos tecnológicos estratégicos que impulsó el gobierno de Macri desde su primer minuto de gobierno.
A comienzos de 2017, a los recortes presupuestarios al sector y al avance de los desmantelamientos, se comenzaron a sumar despidos y planes de retiro voluntario, mientras se promovía (y se promueve hoy) como virtuosa la compra de tecnología importada “llave en mano”. Al frente de Arsat hacía estragos un abogado yerno, al frente del INTI quedaba un personaje fotografiado en un enfrentamiento de barrabravas, en el Conicet no se permitía (y hoy no se permite) el ingreso a su directorio de los científicos más votados por sus pares. Respecto de este punto, acaba de renunciar al directorio del Conicet la doctora Dora Barrancos.
El punto que nos interesa plantear es que el gobierno de Macri fue votado por un sector importante de la comunidad científica, que aún en 2017 hacía silencio o todavía expresaba su apoyo a figuras como Barañao. Hoy, a menos de seis meses de las elecciones nacionales y frente al nivel de devastación del sector de ciencia y tecnología, inimaginable incluso para aquellxs que desde 2016 denunciábamos recortes y desmantelamientos, parece necesario discutir si todavía hay científicas y científicos que están dispuestos, en octubre de 2019, a votar a Macri o a la figura de recambio que pueda decidir el PRO.
De paso, sería un aporte clarificador para la sociedad saber qué piensan especialmente aquellxs que acompañaron (¿y acompañan?) públicamente desde el sector de CyT al presidente Macri.
* Profesor de Unsam.