El 28 de octubre de 2018, Jair Bolsonaro fue electo presidente de Brasil para perplejidad de muchos. Había sido visto como un loco, como intrascendente y como un fenómeno pasajero. Para cuando se lo empezó a tomar en serio, ya era demasiado tarde: lideraba las encuestas con discursos que lo ubicaban en la extrema derecha más radical. Lejos de quedarse en la sorpresa e incredulidad inicial, Ariel Goldstein, en su libro Bolsonaro. La democracia de Brasil en peligro (Ed. Marea), logra mirar con perspectiva el fenómeno Bolsonaro al hacer una primera aproximación para explicar cómo este ex capitán del Ejército llegó a sentarse en el Palacio del Planalto y qué puede esperarse ahora. Para hacerlo, el investigador del Conicet parte de una pregunta base: “¿Por qué un diputado poco relevante desde hace 28 años, del llamado “bajo clero” del Congreso, repentinamente se convierte en el líder de un fenómeno social en ascenso?”
Bolsonaro llegó a la presidencia de Brasil con un discurso anti-izquierdista y anti-partidista, al tiempo que se presentó como alguien nuevo en política, que estaba en contra del establishment y que venía a luchar contra la corrupción de la clase política tradicional, muy golpeada por los procesos judiciales de Mensalao y Lava Jato. Aunque el discurso anticorrupción ha sido muy eficazmente utilizado por los aspirantes de derecha al gobierno –en Brasil y en el mundo–, y aunque exista una oleada de gobiernos derecha a nivel global, el éxito de Bolsonaro no se circunscribió sólo a ello. Sagazmente, Goldstein detecta una serie de novedades que introdujo el ahora presidente a la realidad política brasileña.
La primera de ellas es el sistema de alianzas que logró establecer. “Si bien varios de los actores que componen el nuevo gobierno son parte de quienes han participado de formaciones de derecha históricamente, en especial los ruralistas, militares y empresarios; tenemos un nuevo actor que se suma como componente esencial a esta nueva alianza: los evangélicos. En todo caso, el tipo de alianza neoliberal-religiosa-conservadora que se configura representa una innovación de gran magnitud en la historia de Brasil”, escribe el autor. Siguiendo a Goldstein, Bolsonaro actuó como sintetizador de las expectativas de grupos minoritarios pero influyentes frustradas durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, a los que define como “elites disponibles” –derivado del concepto de “masas disponibles” de Gino Germani–. Tanto el mercado como los ruralistas, los militares y los evangélicos –todos ellos despojados de carácter democrático– veían sus intereses amenazados por el PT: los mercados, sus ganancias; los ruralistas, sus haciendas (por el apoyo al Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra); los militares, su estatus como “reserva moral” de la nación (por la creación de la Comisión de la Verdad), y los evangélicos, su agenda conservadora (por la agenda pluralista introducida por los anteriores gobiernos en materia educativa y de género).
La segunda novedad es que Bolsonaro representa la mayor amenaza al nacional-estatismo de la historia de Brasil. La designación como ministro de Economía de Paulo Guedes, un economista formado en la Universidad de Chicago, es un evidente indicio. Guedes propone privatizar todas las empresas estatales y cortar el gasto del Estado como fórmula para equilibrar las cuentas públicas y pagar las deudas, dice Goldstein. “Bolsonaro y Paulo Guedes son lo que Brasil precisa, desde el punto de vista del mercado financiero transnacional, para aumentar la tasa de explotación capitalista. Represión y neoliberalismo. En este punto, Bolsonaro representa una continuidad con Temer, la primera y más seria amenaza a la cultura nacional estatista construída desde 1930 con Getúlio Vargas, que ni siquiera la dictadura osó cuestionar”, afirma el investigador. No obstante, dice, pueden esperarse tensiones con otro de los pilares del gobierno: el Ejército. Recuerda Goldstein que a diferencia de Chile o Argentina, la dictadura brasileña mantuvo un carácter nacional-desarrollista.
Una tercera novedad es la destreza con que el equipo de campaña de Bolsonaro usó las redes sociales para esparcir sus discursos autoritarios y ganar electores; una destreza con la que la izquierda no sólo no contaba sino que ignoraba su importancia en uno de los países con más usuarios de redes sociales del mundo. El autor explica que esta nueva tecnología permite a estos discursos llegar a un público más amplio. “Con las redes el mensaje típico de extrema derecha parece llegar a públicos más amplios a los cuales antes no llegaba. La ‘corrección política’ de los medios tradicionales no permitía esa circulación. Las redes habilitan para estos grupos la posibilidad de llegar a las ‘mayorías silenciosas’”, analiza Goldstein. “Bolsonaro no inventó demasiado: agarró enunciados de microfascismo popular que circulaban en la sociedad, como ‘bandido bueno es bandido muerto’, y lo llevó a las grandes ligas de la política nacional en un contexto donde la seguridad es la demanda principal en un país devastado por la corrupción y las facciones criminales”, agrega.
Muchos han llamado a Bolsonaro “el Trump tropical”, entre otras cosas, por su desfachatada manera de “decir lo que piensa”. Pero Goldstein sostiene que, a diferencia de inquilino de la Casa Blanca, el mandatario brasileño representa un verdadero peligro para el régimen democrático de Brasil. “En primer lugar, Brasil no tiene el tipo de contrapesos y autonomía de las instituciones estadounidenses (medios, justicia, Parlamento). En segundo lugar, Bolsonaro es directamente, sin mediaciones, la representación de la extrema derecha en el Gobierno”, analiza el autor. Los discursos del ahora presidente sobre la aniquilación de la izquierda, su exaltación a la dictadura y su desprecio hacia las minorías son prueba de ello.
En Bolsonaro se traza la línea cronológica de los acontecimientos que llevaron al ex capitán del Ejército a erigirse como presidente de la República Federativa del Brasil, pero Goldstein no se queda solo en el cómo, sino que avanza y hace una apuesta a lo que significa que ese hombre esté al frente del país. Este libro es, entonces, un material imprescindible no sólo para entender la actualidad política brasileña sino para comprender lo que está en juego: nada más ni nada menos que la democracia.
Informe: Bianca Di Santi.