Karen Quiroz tiene 36 años y vive en la Villa 20 de Lugano con sus dos hijos: Leandro, de 11, y Milagros, de 9. Hace seis meses está sin trabajo. Como muchas otras mamás del barrio, tuvo que dormir en la calle para poder conseguir la beca alimentaria para sus hijos. En diálogo con PáginaI12, contó cómo afecta a las familias de los barrios más vulnerados de la ciudad el sistema de inscripción on line que implementó el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. 

“Yo no sabía que había que hacer la inscripción on line, y más de la mitad de las mamás de la escuela no lo sabíamos. Lo presenté como hacíamos antes. Pero un día vino mi hijo y me preguntó si lo había anotado en la beca del comedor. Le digo que sí y me responde: no, ma, porque solamente entraron al comedor una lista donde no estoy”, relató Karen. Así fue como se enteró que su hijo no estaba inscripto en la beca y comenzó la odisea. “Primero fuimos muchos a reclamar que nos debían haber mandado una nota o algo con el aviso y no llegar a la instancia de que algunos chicos vayan a comer y otros no y se enteren así que habían quedado afuera”, agregó. 

Karen estuvo más de una semana haciendo filas en la oficina container de la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión que el gobierno porteño puso en el barrio para tramitar la beca alimentaria. Como muchas otras vecinas del barrio, fue todas las mañanas durante una semana, pero siempre se volvía con las manos vacías. “Me costó mucho conseguirla. Fui un jueves, pero no pude conseguir nada porque estaban repartiendo solamente veinte números. El viernes, igual. Entonces, el lunes fui a las seis de la mañana, pero tampoco pude conseguir porque había mamás que estaban desde más temprano. Así que al día siguiente fui a las cinco de la mañana, pero me paso lo mismo”, recordó.

En la oficina container, ubicada sobre la calle Fonrouge al 4300, había una sola persona para atender a todas las familias que se acercaban con la esperanza de conseguir uno de los pocos números que se entregaban cada mañana para poder acceder a un plato de comida para sus hijos. “Reclamamos por la demora en atendernos, pero nos dijeron que no iban a poner otra persona. Incluso la propia trabajadora nos dijo que ella lo había pedido pero ya le habían dicho que no”, contó Karen. Y es que el gobierno porteño anunció que quienes no hubieran realizado la inscripción antes del 1º de abril, deberían retirar a los chicos de la escuela o pagar 110 pesos por día a la concesionaria para que sus hijos coman allí.

Cansada de ir y volver sin un turno, y ante la preocupación por el cierre de la inscripción, se reunió con otras madres que estaban en la misma situación. “Nos juntamos con un grupo de mamás del barrio y fuimos el jueves a las 10 de la noche para agarrar números para el viernes a la mañana. Nos quedamos ahí toda la noche y se puso a llover. Esa mañana dieron treinta números. Gracias a Dios, yo conseguí y pude anotar a mis hijos en la beca alimentaria, pero hubo varias mamás que no”, relató.

El nuevo método de inscripción significó para Karen hacer filas durante más de una semana, dormir en la calle y tener que hacer malabares para darles de comer a sus hijos. “Los tuve que sacar de la escuela al mediodía y llevarlos a casa a comer porque en la escuela no les daban porque no había comida para todos. Y yo no quería que estén con el estómago vacío”, recuerda Karen. “Gracias a Dios conseguí la beca pero fue mucho lío conseguirla. No es justo”, concluyó.