“Le pedí a Alberto Fernández que encabece la fórmula”, dijo Cristina Kirchner durante el video donde anunció que será la candidata a vice de quien fue su jefe de Gabinete. Sobre Fernández aseguró que lo conoce hace más de 20 años. El detalle es que esa relación, que mantiene un fuerte lazo de amistad, tuvo sus diferencias que los distanció casi una década. Sin embargo, eso no parece haber sido un impedimento para volver a estar cerca políticamente y mucho menos integrar la fórmula presidencial que competirá en las PASO porque, como dijo CFK, Fernández tiene capacidad de “decidir, organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del gobierno”. 

Esa, tal vez, sea la mejor descripción, la más concreta y sintética de quién es Alberto Fernández. Un hombre que se mostró siempre conciliador, dialoguista que lejos está de ser un sinónimo de debilidad. El, se reconoce como un militante y, sobre todo, un ferviente seguidor de Néstor Kirchner. En el libro Políticamente Incorrecto, que Fernández escribió en 2011, aseguró que Kirchner no sólo era su amigo sino su jefe político. 

Fernández conoció a Kirchner en 1996 por iniciativa de Eduardo Valdés, quien le insistía en que se reuniera con el entonces gobernador de Santa Cruz que ya se había distanciado de la presidencia de Carlos Menem por considerar que había abandonado la lógica que Perón le había dado al movimiento nacional y popular.

Este vínculo se profundizó cuando Eduardo Duhalde comenzó a trabajar en una candidatura presidencial que sería derrotada por Fernando de la Rúa. Fernández integró el equipo de campaña del bonaerense y junto a Kirchner organizaron en octubre de 1998 lo que luego se conocerá como el Grupo Calafate o, que es lo mismo, el protokirchnerismo. A partir de allí, la relación entre Fernández con Néstor y Cristina se profundizó y se extendió en el tiempo.

De alguna manera se puede afirmar que Alberto Fernández fue el más “nestorista” de todos aquellos que participaron de los gobiernos de los Kirchner. Fue uno de los pocos que se animó a disentir con CFK y hasta de retirarse del gobierno por las diferencias que tuvo con la entonces presidenta. En ese contexto, Fernández emigró hacia el llano y poco después se acercó a Sergio Massa a quién acompañó durante su intento por ser el líder de “la ancha avenida del medio”. Pero no se convirtió en un massista lo que le permitió salirse de ese espacio para intentar reunificar el peronismo porteño. La ruptura con Massa no implicó un quiebre en la relación con el hombre fuerte del Frente Renovador.

Fernández sorprendió cuando se acercó a Florencio Randazzo en 2017 cuando el ex ministro buscó convertirse en un referente del peronismo que se ubicaba en la vereda de enfrente a CFK. La tozudez de Randazzo (y también la de CFK) impidió una posible unificación pero que, sorpresivamente, abrió una puerta para que comenzara de a poco la reconstitución de la relación con Cristina. 

Hay una característica que tiene Fernández y es que nunca rompe los vasos comunicantes. Nunca destruye puentes y hay varios ejemplos. Su cercanía con los Kirchner no significó que la relación con Duhalde se fracturara para siempre. Tampoco sucedió con Néstor Kirchner y uno de los nexos fue Máximo Kirchner que también sirvió de canal de comunicación con Cristina. Tampoco se peleó con Massa, quien al enterarse de la candidatura de Fernández dio muestras de respeto pero sobre todo de cercanía.

Abogado de profesión y docente en la cátedra de Derecho Penal y Procesal Penal de la UBA. Cumplió 60 años el pasado 2 de abril y su primer cargo político fue en los noventa cuando fue nombrado superintendente de Seguros de la Nación. Fue vicepresidente ejecutivo del Grupo Banco Provincia durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Entre el 2000 y 2003 fue legislador porteño cuando renunció para transformarse en el jefe de Gabinete de Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.