A pocos días del Ni Una Menos la violencia no cesa, la crisis de profundiza. Hay un femicidio cada 29 horas en la Argentina, siguen muriendo las mujeres que no tienen el privilegio de clase de sobrevivir a un aborto clandestino, hubo 30 travesticidios en lo que va del año y siguen muriendo les pibes porque la policía mata avalada por funcionarios/as que celebran y habilitan la muerte. La muerte se hace costumbre y el hambre y la pobreza que redoblan la vulnerabilidad de las mujeres son experiencias cotidianas con las que buscan convencernos que ésa es la vida que nos merecemos. La responsabilidad es del Estado que retrocede y precariza las políticas de ampliación de derechos, de autonomía económica, el acceso a políticas públicas de calidad, el fortalecimiento de las estrategias/resistencias que desplegamos para salir de la violencia.

Desde las organizaciones sociales y los sindicatos, a medida que avanzamos en organización y debates vamos logrando hacer visibles esas tramas que dan cuenta de cómo se anudan y fortalecen las opresiones, por eso no nos alcanza hablar de violencia de género si no hacemos referencia a nuestra condición de trabajadoras/es. Sabemos que cuando las condiciones de vida empeoran, recrudece la violencia. Aprendimos también que en tiempos mejores la violencia machista persiste porque preexiste, por eso no vale pensar que enfrentamos a una sin la otra. 

Queremos pensar la crisis desde nosotras. ¿Cómo se paga nuestro trabajo, cómo se organiza/desorganiza la economía doméstica, el cuidado, nuestro tiempo en contextos de desempleo y pérdida de salario real, de qué múltiples formas se expresa la violencia en trayectorias de vida cada vez más precarizadas? Este 3J tenemos que hablar de la violencia del ajuste del FMI porque no hay Ni Una Menos con la  violencia  de una paritaria por debajo de la inflación. Porque son violencia salarios que no cubren los gastos básicos de un hogar y la caída en el consumo de lácteos, carnes y medicamentos. Violencia es el hambre. 

Violencia es terminar en la calle porque no alcanza para pagar el alquiler con la changa del día y enfrentar las violencias de género que se suman a la violencia económica. Violencia es endeudarnos para sostener la vida cotidiana, nosotras, las reproductoras de la vida.

Violencia son los despidos, suspensiones, jubilaciones adelantadas, retiros voluntarios. Violencia es que las trayectorias más vulnerables en el mercado laboral sean las de las mujeres y personas LGTBI y no binaries. La informalidad en el empleo es del 40 por ciento para nosotras.

Violencia es el fin de la moratoria jubilatoria que reconoció el trabajo sin salario de las mujeres amas de casa y puso en evidencia las trayectorias laborales de las mujeres precarias y en tensión siempre mal resuelta entre crianza y empleo, que nos lleva a alejarnos del mercado de trabajo a medida que la cantidad de hijes aumenta. Y que evidenció la informalidad del empleo doméstico asumido en un 98 por ciento por mujeres.

Violencia es que Cambiemos nos cambie  un derecho que reconoce el trabajo por un subsidio (PUAM- Pensión Universal para Adultos Mayores) un 20 por ciento por debajo de la jubilación mínima para personas de 65 años, para el que se deberá presentar un certificado de pobreza.

Sabemos que las fechas se ritualizan, que los años de elecciones son difíciles porque la agenda es del armado electoral y que procesos políticos potentes quedan atrapados en lógicas partidarias, ¡que hay quien piensa que para enfrentar a este gobierno en unidad mejor no hacer olas! Sin embargo, de repente contra todo pronóstico la presentación del Proyecto de IVE nos devuelve/envuelve vueltas marea, nuestra campaña lo condensa todo por un día en que somos miles en la calle organizadas de memoria, esa memoria que nos quedó en el cuerpo, latente, y en ese instante de muchas horas imponemos la lógica nuestra, la de ese enjambre que no puede ser capturado, generador de desobediencias que ponen en crisis los lugares que habitamos resistiendo de todas las maneras que nos fuimos inventando. Deberemos intentar recrear esa atmósfera este 3 de junio. Los feminismos populares volvemos a la calle. ¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos y con derecho a una vida digna!

Clarisa Gambera: Feminista, trabajadora de Niñez. Secretaria de Géneros de la CTA Autónoma Capital. Integra el equipo de Género de ATE Nacional.