Agua corriente, un baño para renovar el ánimo y cuidar la salud, un plato de comida que arrope, un abrazo. Son necesidades básicas que muchas veces pasan a segundo plano de las políticas y activismos, ya sea por apuntar a una visión macro o por descontar que en el siglo XXI los servicios más elementales están asegurados. La casa de Lohana y Diana es una iniciativa para responder a estas demandas desde un punto estratégico: está en una de las arterias principales de Laferrere, La Matanza, el partido del conurbano con mayor densidad poblacional del país. Este centro de día es un lugar de encuentro para la comunidad travesti-trans donde se hacen talleres de formación y oficios, espacios de escucha individual y grupal, asesoramiento en cambios de DNI y respuesta al consumo problemático de sustancias psicoactivas. El sábado inauguraron formalmente y Florencia Guimaraes García, una de las pioneras del espacio, dijo a SOY qué lograron y a dónde quieren ir. 

¿Cómo nace la idea de abrir esta casa?

Venimos laburando con este proyecto desde principios de 2017. Como militamos territorialmente conocemos las realidades en las zonas de Camino de Cintura, Ruta 21 y La Matanza profunda. Nos encontrábamos con un montón de compañeras que no conocían la ley de identidad de género o que tenían tergiversada la información, otras que no accedían a consultorios médicos o que eran maltratadas con los patrulleros por las noches, porque estamos hablando de un colectivo en el que la mayoría está en situación de prostitución. Ahí empezamos a soñar fuerte con un lugar que contuviera dando herramientas, pero también que ayudase en cuestiones básicas como una ducha, porque hay varias que ni siquiera tienen agua corriente.

¿Qué actividades hacen?

Todos los días que abrimos damos almuerzo y merienda, además hay actividades fijas y otras rotativas. Los martes tenemos la ronda de tejes travestis y trans, donde proponemos como disparador textos y videos para pensarnos y hacer teoría travesti. Los miércoles los dedicamos a compartirnos cuidados de estética, maquillaje, manicuría. Y los jueves funciona el espacio de salud sexual integral, donde pasó algo muy interesante: las compañeras vieron un portfolio de esos que entregaba el Ministerio de Salud y sintieron que no había nada que nos identificara. A partir de eso están trabajando en un portfolio de salud desde una mirada propia. También acompañamos en los casos donde se da un consumo problemático y hay ayuda para las que quieren terminar los estudios.

¿Quiénes vienen?

Son muy jóvenes, tenemos desde 16 años hasta 35, bueno, muy jóvenes… hasta la expectativa de edad que tenemos. Hay unas diez compañeras que vienen fijo y otras que vienen y van. 

¿Cómo se sustenta el proyecto?

Una vez que tuvimos la idea cerrada de lo que queríamos hacer presentamos un proyecto que fue aprobado por la Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), porque en nuestra comunidad hay mucho consumo problemático y a la hora de encarar un tratamiento aparece el binarismo en todas las instituciones que se dedican a esto, solo hay lugares para varones o para mujeres. Lo feo que nos pasó es que al no tener una personería jurídica para recibir el subsidio la pedimos prestada y fuimos estafadas. La organización evangélica que puso la firma malversó los fondos y salimos perdiendo, tanto nosotras como el Estado, que confió en el proyecto. Frente a esto hoy nos encontramos sosteniéndonos de forma autogestiva. Estamos haciendo rifas, vendiendo cosas, recibiendo donaciones y todo lo posible para sostener el espacio.

¿Por qué se llama La casa de Lohana y Diana?

Primero porque son nuestras compañeras referentes travestis y sobre todo referentes territoriales. Para nosotras era muy importante que llevara su nombre porque cuando pensamos en ellas pensamos en acceso al trabajo, a la salud, en un hogar donde compartir cumbia, copeteo y lágrimas, como decía Lohana Berkins en su libro. Para nosotras también es un homenaje que nuestra casa lleve el nombre de Diana Sacayán, ya que hoy estamos en su barrio.

La casa de Lohana y Diana está en Echeverría 4422 (Laferrère, partido de La Matanza) a metros de ruta 3 parada de metrobus Luro. Para contactarse por donaciones y ayudas tienen una fan page en Facebook.