Lanzado ya francamente a la carrera política, el presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, dijo a PáginaI12 que “se le puede ganar a Horacio Rodríguez Larreta”. Tras su reunión con el principal precandidato opositor Alberto Fernández y su anuncio de que está dispuesto a jugar dentro de un espacio amplio que cuestione las políticas de Larreta y al Presidente Mauricio Macri, Lammens dijo que “si Macri sigue otros cuatro años el daño para el país puede ser muy difícil de revertir”. “Si hay cuatro años más de este gobierno y uno no hizo nada para evitarlo, será válido que un día nuestros hijos nos pregunten dónde estábamos nosotros mientras eso sucedía”, dijo Lammens. 

A los 39 años y presidente de San Lorenzo desde hace siete, durante la charla Lammens explicó que muchos empresarios pequeños y medianos todavía no cerraron sus empresas “por amor propio” a pesar de que “no se puede trabajar con tasas del 75 por ciento”.

“Hacer obras está muy bien y muchos puentes seguramente son necesarios”, dijo Lammens. “Pero las emergencias son las emergencias: si hay un 20 por ciento de pobres y 200 mil indigentes en una ciudad con el presupuesto de Madrid, y encima 20 mil chicos sin vacantes en escuelas públicas, hay que saber qué tenemos que atender primero.”

Sandra Cartasso

Sin muro

Porteño nacido el 5 de abril de 1980, abogado, elegido presidente de San Lorenzo por primera vez en 2012 a los 32 años, con Marcelo Tinelli de vice, la fórmula fue reelecta en 2016 con el 88 por ciento de los votos.  

–¿Qué tienen que ver el fútbol y la política?

–Están íntimamente relacionados en la historia argentina desde hace casi 100 años. En lo personal, San Lorenzo es uno de los clubes más importantes del país y cumple un rol social. Es determinante en la zona sur de la ciudad. Contiene a muchísimos chicos de la villa 1.11.14, que es donde tenemos la cancha. Y uno como dirigente es una figura reconocida cuya voz es escuchada. Más en este tiempo de debate, que impulsa el Gobierno, sobre las sociedades anónimas en el fútbol. En el fútbol y fuera del fútbol está en cuestión qué tipo de sociedad queremos. 

–¿Anónima? 

–No. Fui una de las primeras voces de oposición terminante a convertir los clubes en sociedades anónimas. Y en San Lorenzo lo pusimos en el estatuto. Quiero una sociedad inclusiva. Y en fútbol no quiero clubes que solo generen ganancias para algunos pocos vivos como en otros lugares del mundo. Tienen que jugar un rol social. Los clubes tienen grandes estructuras que podrían ser usadas como estructuras públicas no estatales, obviamente en conexión con el Estado. Podrían ser un brazo para que los chicos hagan deporte o para que haya una oferta cultural mucho más amplia y extendida en todos los barrios. Por eso, plantear o intentar fomentar las sociedades anónimas en una sociedad como la Argentina es no comprender la historia de los clubes. 

–¿Cuál es tu historia personal con San Lorenzo?

–Soy hincha de San Lorenzo desde que nací y tengo una historia personal que me atraviesa emocionalmente. Mi padre murió cuando yo tenía siete años. Mi vínculo con San Lorenzo trasciende el fútbol. Para mí San Lorenzo es el recuerdo permanente de mi viejo. Hoy, 32 años después de su muerte, no hay día que entre en San Lorenzo y no piense en mi papá, en qué estaría haciendo, o qué sentiría al ver que terminé como presidente del club de su vida. La historia de los clubes como lugares de inclusión no es un mito. San Lorenzo fue fundado por un cura salesiano. Un día vio que había unos chicos jugando en la calle. Uno se accidentó con un tranvía. Entonces el cura les dio lugar para que jugaran dentro de la parroquia. La impronta es fuerte. Eso explica lo que hicimos con la 1.11.14. Cuando asumimos nos pidieron que amuralláramos la sede deportiva.

–Que se adelantaran a Donald Trump con México.

–Y que levantáramos un muro bien alto para que los chicos de la villa no entraran. Como si eso les brindara más seguridad a los socios... Pero revertimos el paradigma. Abrimos la puerta para que esos chicos jugaran en el club al fútbol, al tenis o al hockey. Era la forma de alejarlos del paco y de que ayudar a que se sintieran integrados. Traslado este ejemplo a toda la ciudad: hay que crear un entorno más amable para la vida cotidiana. El barrio está mucho mejor que hace siete años. Ya hablo de un resultado, no de una idea. 

–¿De ahí viene la decisión de un mayor protagonismo político, ya no solo en la política de un club sino en la general?

–Viene de la crisis gravísima que vive el país. Social y económica, con más pobres y más pymes que cierran todos los días. Y con más deuda a nivel del Estado nacional y de la ciudad. Vivo en Palermo. Todos los días cruzo Buenos Aires para llegar al Bajo Flores. Sé que Buenos Aires en términos de presupuesto es la ciudad número 16 sobre 151 en el mundo. Pero no es una ciudad amable para vivir. Por eso tomé la decisión de meterme activamente en política.

–Es público el deseo de ser jefe de Gobierno.

–Quiero ayudar a cambiar esta realidad desde el lugar donde me toque. Cuando uno viene de afuera de la política debe entender que no puede plantear este tipo de desafíos en términos de candidaturas personales. Sí creo que puedo aportar en hacer las cosas de otra manera y que la gente vote con esperanza. Hay que armar un frente grande, amplio, interpelando no solo a sectores políticos sino de la sociedad civil para estar en condiciones de disputar la ciudad después de 12 años de gestión macrista. Si Cristina tuvo la audacia tremenda de no presentarse ella misma de candidata a la Presidencia, ¿cómo vamos a ser egoístas nosotros? Encima eligió a un tipo como Alberto Fernández, que la criticó durante años después de haberse ido del Gobierno... Es una forma de salir de la grieta, que nos llevaba por el mal camino. Sin ser kirchnerista valoro mucho esos gestos, como valoré la ampliación de derechos civiles de Cristina y el impulso reactivador de Néstor, o la creación de universidades públicas en el Conurbano para diversificar todavía más la oferta. Antes estaba solo en la UBA, donde yo me formé y me recibí de abogado. Terminemos juntos con estos gobiernos que le hacen tanto daño al país. Ni hablemos de la baja del poder adquisitivo. Apenas se pueden pagar la luz y el gas en cada casa, o ni eso. Y en las empresas menos.

–¿Ayuda la experiencia empresaria?

–Tengo una pyme que empecé cuando tenía 23 años. Nos fue bien, aunque en los últimos años se resintió mucho, porque distribuimos vino. 

–No será porque todos se hicieron abstemios.

–No hay dinero en la calle. 

–Pero el Gobierno promete que, votando a Macri, a Larreta y a María Eugenia Vidal, en un futuro las cosas van a mejorar.

–Uno podría creer en ese discurso si los datos fueran otros. Pero hay que ser muy claro, muy vehemente y muy contundente y decir que, sin caer en ninguna apreciación subjetiva o arbitraria, al final del túnel no hay ninguna luz. Ningún indicador económico muestra señales positivas. Todos son de caída, caída y caída. ¿Qué es lo que hay que aguantar? Lo primero que Macri dijo en Pergamino, a la primera semana de asumir, fue que sacaría las retenciones a las exportaciones agrarias.  Está claro a quiénes les pide un esfuerzo el Gobierno. Y está claro qué pasará si gana porque está claro para quién gobierna Macri. Yo veo cómo cae el consumo en los supermercados y en los negocios de los barrios. Pongámosle que el vino sea superfluo. Pero cayeron las ventas de harina, de fideos, de carne, de leche. ¡En un año se vendieron 110 mil medicamentos menos! Conozco la realidad. Vengo de una familia de inmigrantes. Mi madre, que tiene 70 años, vino después de la Guerra Civil española. Acá fue a un colegio público y se recibió de contadora. Mi papá vino de Santa Fe sin haber terminado la primaria. Yo quise ir al Colegio Nacional de Buenos Aires...

–¿Decisión propia o de mamá?

–Decisión mía. Estudié, di un examen durísimo, entré, terminé y después fui a la UBA. Soy un  hijo de la famosa movilidad social ascendente. Hay que recuperarla. Y en la ciudad de Buenos Aires eso es posible. Podemos tener una educación pública de excelencia y políticas anticíclicas, que generen empleo cuando el ciclo económico registra la existencia de una crisis que lo destruye. A veces me asombra que la gestión de Rodríguez Larreta en educación tenga buena prensa. El presupuesto pasó de un 25 por ciento a un 17. La falta de vacantes es grave, y es aún más grave en términos de género porque en general las mujeres son las que se hacen responsables del cuidado de los chicos. Ya hay jóvenes que emigran. Y es lógico, porque del total de desocupados el 50 por ciento tiene menos de 19 años. ¿Cuál es la propuesta de la gestión de Larreta para la ciencia? ¿Qué hace con las pymes en peligro, cuando todos sabemos que en la ciudad cierran 25 por día, y lo mismo con 80 comercios? ¿Por qué no hay una agencia estatal dedicada a la investigación científica, articulada con el Conicet, las pymes y las universidades? ¿Qué hace el Banco Ciudad para fomentar el empleo? ¿Financia al que quiere comprar un camión, o un Clark para levantar los pellets en un depósito? Hablo con gente todos los días. El financiamiento está cortado y la tasa es criminal. Con 6 puntos mensuales de tasa no hay rentabilidad posible. Tiene que haber tasas subsidiadas para comprar máquinas, para invertir. 

–¿Por qué no cierran los que no cerraron?

–Por amor propio. El tipo espera a ver si las cosas se dan vuelta. Desde un quiosco hasta una pyme, uno defiende lo que creó como si fuera un hijo. Le tiene cariño. Piensa que la va a remontar. No vive del Estado. Pero espera que el Estado lo cuide y no lo deje abandonado a su suerte. Espera que la gente tenga plata en el bolsillo, que esté bien, que sea parte de un círculo virtuoso. Ahora, cuando pasa el tiempo y las cosas empeoran es terrible, porque si uno se endeudó la paga caro. 

–¿Es un problema de gestión nacional del Estado o de gestión porteña?

–De los dos. Es fácil gobernar cuando la gente tiene el bolsillo lleno. Pero en la crisis no se puede abandonar a la gente. 

–Hablando de bolsillos, Rodríguez Larreta vende terrenos públicos para que se hagan torres.

–Achica el espacio público. Después cuentan espacios verdes y figuran los bulevares... Mientras tanto, aumenta el pago de la deuda y baja el gasto en educación. Macri no cumplió las promesa electorales en el país y antes no las había cumplido en la ciudad. Cuando asumió dijo que iba a hacer 10 kilómetros de subtes por año. Van a ser 10 kilómetros en 12 años. Menos de uno por año. No pensemos en Nueva York. Santiago de Chile hizo más. La gente vive irritada. Hay que ayudarla.

–¿En qué se nota?

–En la violencia. Hasta hay violencia en los semáforos, y en el tránsito, con situaciones cada vez más peligrosas. No tengo dudas de que se deben a gente que vive mal, que no llega a fin de mes, o que esta fuera del sistema, o que está adentro pero tiene miedo porque no puede pagar las facturas y ve que todo se deteriora. Viajar mal también genera episodios de violencia. Se produce un caldo de cultivo para que ante el mínimo estímulo la gente reaccione y se vaya a las trompadas. 

Sandra Cartasso

La vida

El tiempo libre de Lammens es escaso. Bien al estilo argento, el presidente de San Lorenzo y flamante político afirma que le gusta mucho estar con amigos y con su familia: Mariana, su mujer, y Ana, su hija de cuatro años, además de su madre.  Le caben el cine y el teatro (en el San Martín vio “Petróleo” con Pilar Gamboa) y confiesa que en música mezcla Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez y Jorge Drexler.  

A Lamenns, según propias declaraciones, le gustaría tener más tiempo libre para jugar al fútbol. Es un cinco neto, volante central típico. 

–¿El modelo?

–Pablo Michelini, que salió campeón con San Lorenzo. Muy muy aguerrido, de marca, y con buen juego aéreo. 

–¿Primer recuerdo futbolístico propio?

–El San Lorenzo campeón de 1995. Yo estaba en tercer año y fue a clase con la camiseta puesta una semana seguida. Habíamos salido campeones en Rosario después de 21 años. Fue impresionante. Cuarenta mil personas viajaron.

–Uno a veces tiene imágenes borrosas de cuando era chico.

–Sí, con mi viejo en la cancha. Yo debía tener cuatro años. A la cancha fui desde que nací, pero por supuesto no me acuerdo. Sí recuerdo un partido en la cancha de Estudiantes. Al pasar por una platea de ellos nos puteaban mucho. Creo que perdimos. El equipo en la Argentina nos constituye como personas porque somos hinchas y por la vivencia colectiva. En mi caso, se me agrega lo de mi viejo. Es un sentimiento todavía más fuerte que ver a los once de San Lorenzo en la cancha.  

–¿Le van a poner el nombre del Papa, que es hincha de San Lorenzo, al nuevo estadio?

–La comisión directiva tomó la decisión de hacer una consulta popular y que los socios elijan el nombre. Me parece lo más democrático.

–Hablamos de memoria futbolística. ¿Y la memoria política?

–El Buenos Aires es un colegio muy politizado. La actividad más grande que recuerdo fue cuando participé de una marcha contra la Ley Federal de Educación. 

–Gobierno de Carlos Menem.

–La marcha fue impresionante. Había más de 100 mil personas en Plaza de Mayo y alrededor de la plaza. Fue un momento muy álgido y la mayoría de nosotros tenía una posición tomada en contra de la ley porque pensábamos que iba a empeorar la educación. 

–¿Y con Macri? ¿Ilusión o certeza?

–No estoy desilusionado porque Macri nunca me ilusionó. Yo pensaba que iba a pasar este desastre que está pasando. Sabía que harían esta política. Hay que cambiarla.

–¿Ahí también juega el amor propio?

–Juega y en mi vida me mueve mucho. La adversidad no me asusta. No me atemoriza. Desde muy chico me tocó pasarla mal porque perdí a mi viejo. 

–¿Y el miedo a la política? Algunos le tienen miedo.

–No le tengo miedo a la política. Cuando estaba por meterme en San Lorenzo mi mamá me decía: “No jodas, en el fútbol está lleno de ladrones, están los barrabravas...” Pero yo me metí porque tenía ganas de hacer algo y no me convertí en algo que no quería. Y eso que el momento era catastrófico, con un club al borde del descenso, una crisis institucional grave y un pasivo que parecía irremontable. Pero yo sentí que tenía un compromiso con mi historia y con mi viejo. No me gusta comprarme problemas pero no les tengo miedo. Me gusta resolverlos. Que la oposición gane en la ciudad de Buenos Aires va a ser una gran oportunidad. Es genial crecer por el esfuerzo, pero si no tenés escuelas suficientes el esfuerzo no te alcanza.

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