Desde Vancouver
”Hay que unir las fuerzas de los distintos movimientos”, sugirió Zoleka Mandela, con un típico turbante africano adornando su cabeza, del mismo estampado en blanco y negro que su vestido largo hasta los pies. Zoleka es nieta del legendario ex presidente de Sudáfrica, ya fallecido, Nelson Mandela. A los 40 años, ella es sobreviviente de abuso sexual, de la adicción a las drogas y al alcohol, y de un cáncer de mama. Así lo cuenta. Pero el momento más difícil de su vida, agrega, fue cuando tuvo que enterrar a su hija, de 13 años, muerta en un accidente de tránsito por un conductor ebrio en Sudáfrica. Fue cuando tocó fondo e intentó suicidarse. Pero pudo salir adelante, dice. Lo escribió en el libro When Hope Whispers (Cuando la esperanza susurra) y hoy es una reconocida activista por varias causas: tiene una fundación que busca concientizar sobre la seguridad vial, el cáncer de mama, y las adicciones en su país. Y fue nombrada como embajadora de la Iniciativa de Salud Infantil (CHI, por sus siglas en inglés), desde donde lidera un llamado global a la acción para la salud de los adolescentes. Sus palabras, conmovedoras, se escucharon en el último día de la conferencia Women Deliver 2019, que tuvo lugar durante cuatro días en esta ciudad canadiense, que se recuesta sobre el Pacífico y donde, como en el resto del país, el aborto es legal y se garantiza su acceso gratuito sin límite de tiempo en la gestación.
Zoleka fue parte de un panel, tal vez el más interesante de toda la conferencia WD2019, convocado bajo el título de “El poder de los movimientos”. Junto a ella se sentaron la periodista y escritora argentina Vanina Escales como una de las impulsoras del #NiUnaMenos; la norteamericana Tarana Burke, fundadora del #MeToo; la activista lesbiana y feminista Ailbhe Smyth, una de las cabezas de la coalición que logró revocar la prohibición del aborto en Irlanda en 2018; la influyente abogada Tina Tchen, que fue durante sus ocho años en la Casa Blanca, jefa de personal de la entonces Primera Dama Michelle Obama, y asistente del Presidente Barack Obama, y ahora participa activamente en la iniciativa Time’s Up, donde 300 mujeres prominentes en el mundo del entretenimiento en EE.UU. se han unido para crear un fondo de defensa legal que apunta a apoyar a las mujeres que enfrentan el acoso sexual en todas las industrias; una joven periodista de Camerún, Yvonne Leina Chi, que lucha contra una costumbre ancestral en su país de África Central, que consiste en planchar los pechos de las púberes con piedras calientes; una destacada líder sindical de Noruega, Haldis Holst, secretaria General Adjunta de Educación Internacional (EI), que representa a organizaciones de docentes y otros empleados de la educación en todo el mundo y es la federación de sindicatos más grande del mundo; y Noelene Nabulivou, activista lesbiana de Fiji y vocera sobre cambio climático, desarrollo sostenible e igualdad de género. El panel estuvo moderado por una periodista de TV de la India, Barkha Dutt.
El panel y las intervenciones estuvieron centrados en cómo estos movimientos promovidos por mujeres han generado cambios en el mundo y sobre todo en la vida de otras mujeres y niñas en distinta geografías. Las violencias machistas, en sus distintas caras, pero también la lucha por el aborto legal, contra mutilaciones corporales, por mejoras en las condiciones de empleo y en defensa del medio ambiente, entre otras luchas. La importancia de la interseccionalidad en los movimientos fue otro de los puntos que se destacaron. También, que las pequeñas batallas que se dan en cada comunidad, importan.
“Hay que hacer que la gente entienda cómo son los movimientos. Hay un malentendido, por el cual se piensa que dos o tres voces no cuentan. En 2006 en Alabama logramos sacar a un profesor que acosaba alumnas. Fuimos dos o tres que comenzamos con esa lucha. Hay que saber que esa pequeña voz cuenta para cambiar. Hay que seguir repitiendo ese tipo de acciones en cada comunidad. No se trata de crear un movimiento mundial, sino de pensar que con dos personas se puede empezar”, alentó Tarana Burke, afrodescendiente, de 44 año, orgullosamente nacida en el Bronx, y fundadora del #MeToo, ese hashtag que sacudió a los machirulos de Hollywood en 2017 pero que ella en realidad lanzó varios años antes, a partir de su trabajo en la intersección de la justicia racial y la violencia sexual.
“Tenemos que ver qué hacemos en nuestras casas, en nuestras escuelas. Tenemos que ver qué podemo hacer para transformar nuestra realidad”, alentó Noelene, quien contó que en los países del Pacífico, de donde ella proviene, el 62 por ciento de las mujeres han sido víctimas de acoso sexual y el 84 por ciento de la población homosexual sufrió violencia.
De alguna forma, mirar su casa y su comunidad, eso es lo que hizo la periodista de Camerún, Ivonne Leina Chi. Contó que supo de la costumbre de “planchar los pechos” con piedras calientes cuando a los 14 años vio cómo su abuela se lo hacía a una prima suya, también adolescente. Escuchó sus gritos de dolor. Y cuando la invitó a ella a pasar por el mismo ritual, Ivonne se negó rotundamente. “Le dije que no y me di cuenta del poder que tenía mi voz. Ese –el planchado de pechos– es un secreto entre las abuelas y las nietas. Crecí con ese dolor en el corazón. Veinte años después estaba escribiendo esas historias en Internet. Y tuve una enorme respuesta. Según la ONU, una de cada cuatro niñas en Camerún son víctimas de esas quemaduras. Y nadie lo contaba. Fuimos a las iglesias, y a los clubes. Y 35 mil mujeres expresaron su oposición. Ya ahora se habla de eso”, relató Leina Chi.
–¿De dónde sacó ese poder cuando dijo que no? –le preguntó la moderadora.
–Del miedo. Si algo se dice, se puede cambiar –respondió ella.
Con las voces de las ocho expositoras, todos los continentes estuvieron representados. Fue la primera sesión plenaria de la conferencia Women Deliver 2019 en la que se escuchó una voz de Sudamérica.
Se cuestionó el avance de los sectores antiderechos, especialmente en Estados Unidos. “Tengo que decir que tengo mucho miedo. Más miedo que nunca. Estamos en un momento histórico y se ve muy negro”, dijo la abogada Tchen.
La conferencia Women Deliver surgió en 2007 en Londres a partir de la iniciativa de un grupo de activistas comprometidas con los derechos de las mujeres que buscaron llamar la atención de los líderes del mundo sobre los altos índices de mortalidad materna. Desde entonces, la convocatoria se repite cada tres años, pero su agenda se fue ampliando y en esta oportunidad, como nunca antes, el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo tuvo un lugar destacado. Y desde su inauguración, el lunes, en la que participó el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se alertó sobre la reacción conservadora que pretende limitar las leyes de aborto. Fueron cuatro días en los que más de 8000 mujeres y también personas LGBTTI+, de 160 países –entre activistas, líderes políticos, varios jefes de Estado, ministras y ministros, y donantes– se dieron cita para discutir, compartir experiencias, reclamar presupuestos, y promover ideas innovadoras con el objetivo de generar conciencia y cambios para lograr la equidad de género.