Desde el último sábado se puede ver por Netflix la cuarta temporada de Billions. Se trata de uno de esos productos sin tanto cartel pero con una audiencia devota por el retrato sobre los chanchullos del mundo financiero de Wall Street, los tejes y manejes del poder y una codicia que dejan a Gordon Gekko al nivel de un boyscout bonachón. Los protagonistas de este drama son un ejecutivo de la bolsa de valores (Damian Lewis) y un fiscal de estado (Paul Giamatti) que persigue a su presa para escalar políticamente. Al menos hasta ahora había sido así con Chuck Rhoades y Bobby Axelrod ya que en estos doce episodios pasan a tener enemigos compartidos. “Ahora somos amigos, bueno, necesito tu asistencia”, le dice el político a su antes némesis. Entre ellos habrá tráfico de influencias, extorsiones, danza de la fortuna y de otros vicios. Otro punto atractivo de la serie son los roles secundarios que aprovechan al máximo cada segundo en cámara. Entre ellos está John Malkovich en la piel de un despiadado oligarca ruso. Billions ya tiene una quinta temporada en camino.