Está todo dado para que la Bolsa siga cuesta abajo. No importa si una semana es mejor que otra. Para hablar de un cambio de tendencia, tendremos que esperar el largo plazo. Y cuando digo largo plazo estoy pensando de acá a un año. La frase, pronunciada ante Cash por un operador de la city, resume la sensación que por estos días abarca al mercado. Demasiadas presiones atraviesan el recinto. Ni siquiera las buenas noticias logran sacar del estupor a los operadores.
El rebrote de la crisis en el sudeste asiático, que acabó con 32 años de poder del general Suharto, en Indonesia, y los problemas económicos que reflotaron en Rusia -donde las tasas de interés se duplicaron y hubo versiones de devaluación- pusieron en jaque a los llamados mercados emergentes, incluido al local. Los inversores internacionales disminuyeron su participación de papeles de esos países en sus portafolios y llevaron sus fondos a los más seguros mercados desarrollados. Por eso se explican las constantes alzas en Europa y la estabilidad en Wall Street. La situación desfavorable de los países emergentes hizo bajar el mercado local a casi el 12 por ciento en lo que va del mes.
En cambio, son pocos los analistas que se atreven a culpar a la marcha de la economía por las turbulencias bursátiles y el magro volumen de los negocios. En el mercado tampoco impactó la muerte de Alfredo Yabrán. Eso sí. Existe malhumor por las reformas laboral y tributaria que impulsa el Gobierno. Se cree que si el Congreso aprueba los cambios impositivos propuestos se podrían afectar las ganancias de las empresas. Y eso tira todavía más abajo el valor de las acciones, comentó Ricardo Cobanera, economista del ABN Amro Bank.
En este mismo sentido, son pobres las perspectivas que muestran los distintos sectores del panel bursátil. El precio del petróleo volvió a caer la semana pasada a mínimos históricos, a pesar del acuerdo firmado por los países productores, lo que terminará impactando en los balances de YPF, Pérez Companc y de Sol Petróleo. La crisis asiática también afecta a los precios del acero, y los analistas ya están sacando cuentas sobre lo que podrían dejar de ganar Siderar y Siderca. Los papeles de los bancos tampoco están pasando por su mejor momento. Con gran parte de sus activos constituidos en títulos públicos, las entidades se encuentran atadas a una eventual suba del riesgo-país. Finalmente, las telefónicas podrían sufrir presiones a la baja si los inversores deciden trasladar sus carteras a la brasileña Telebrás, más atractiva ante su inminente privatización parcial.
En este marco, los analistas siguen de cerca la evolución de la economía estadounidense. La mayoría de los consultados por Cash ve probable que Alan Greenspan, el titular de la FED, impulse un alza de las tasas de interés de corto plazo durante el tercer trimestre para contener cualquier atisbo de inflación. Y esto perjudicaría a la economía local. En medio de la vorágine de la última semana, la decisión de la FED de mantener intactas las tasas pasó inadvertida para la Bolsa. Como si los inversores estuvieran inmunes a las buenas noticias.