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Por Alfredo Zaiat

Crisis de nunca acabar

Les tocó el turno a Wall Street y a Europa, los dos mercados que habían quedado inmunes al derrumbe asiático. El riesgo reside en que la crisis derive en crac. El panorama internacional es complicado y el local no lo es menos.

¿Cuánto durará esta crisis? Tres, seis, nueve meses o un año más. Y si son dos, tres o cuatro años más. ¿Quién sabe? Lo cierto es que la debacle que comenzó en julio de 1997 en Tailandia es una mancha que se va extendiendo a todos los mercados. Muchos financistas pensaban que Estados Unidos y Europa habían desarrollado anticuerpos para repeler el virus asiático, pero el derrape de esas bolsas en la última semana reveló que esas defensas han empezado a flaquear.

Poco se ha visto hasta ahora si la crisis termina por pinchar la fabulosa burbuja de Wall Street. El Dow Jones ha estado creciendo a un ritmo impresionante desde hace cuatro años, empalideciendo las rentas que ofrecieron en ese mismo período los hoy devaluados mercados emergentes. El riesgo de un derrumbe de la Bolsa de Nueva York, que llegó a superar los 9000 puntos (el viernes cerró a 8598), reside en que la crisis bursátil pueda alterar en crac. Un fuerte descenso del Dow necesariamente arrastrará al resto de los mercados de la región, que siguen en correlación casi perfecta a las tendencias de la plaza neoyorquina.

Las empresas estadounidenses han empezado a reportar menores ganancias que las previstas por los analistas debido a los efectos del derrumbe asiático y a que la economía ya no corre tan rápido como antes. Si bajan las proyecciones de utilidades, también lo harán las cotizaciones de las acciones. Y si esas menores ganancias se contabilizan en un contexto donde el Dow ha estado quebrando record tras record, el retroceso de los papeles que se gatilla comienza desde un nivel no apto para quienes padecen vértigo a las alturas.

Situación similar se registra en la bolsa argentina. Con la diferencia que aquí los financistas no han gozado de una bonanza tan prolongada como la de sus colegas de Wall Street. El índice de acciones líderes MerVal no se ha inflado tanto ni existe un recinto lleno de entusiastas operadores. En ese clima depresivo que invade en estos días a la rueda, las empresas han empezado a presentar sus balances sin mostrar resultados deslumbrantes. Por ese motivo, uno de los bancos de inversión más importantes del mundo que tiene presencia en Buenos Aires ha disminuido drásticamente las previsiones de ganancias de las compañías para 1998.

A principios de año se estimaba que las empresas cotizantes iban a aumentar en promedio sus ganancias en un 15 por ciento respecto de 1997. Y ahora, con una economía que crece menos de lo esperado y con riesgos de recibir coletazos de la crisis asiática, han disminuido esa proyección de utilidades a apenas una variación positiva del 5 por ciento en relación con el año anterior.

Con el pronóstico internacional que sólo anuncia tormentas y el local que adelanta nubarrones pesados, el negocio bursátil no resulta una buena actividad para aquellos que tienen afecciones coronarias.