Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Finanzas

Banco de Datos

E-mail

Volver

El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

Original, duplicado, triplicado

Alguna vez un filósofo dijo que todo gran personaje de la historia aparece dos veces, una en una tragedia y otra en una comedia. Si esto es posible en la historia, donde intervienen tantos factores erráticos, cuánto más no lo será en una ciencia, donde los materiales que se consideran y las reglas de tratamiento están mucho más determinados. Quién no sintió alguna vez la emoción de descubrir un teorema sobre estabilidad, o sobre la forma de un área de uso agrícola, y luego encontró que ese resultado ya era conocido. No es probable que la inspiración nos dicte diseños de palomas o payasos como los de Picasso, pero es altamente probable que varios descubran que las huertas rodean a una ciudad, mientras que los cereales y el ganado ocupan franjas más distantes. Donde domina el campo, observaciones de sus características son más frecuentes que donde domina la ciudad. Por eso los anillos de Thünen fueron descubiertos por Pedro Cerviño en Buenos Aires 25 años después que Thünen, en 1801. El análisis económico mediante inecuaciones, planteado en la Argentina por José Barral Souto, ocho años antes que G. Dantzig. El economista suizo Jürg Niehans halló instrumentos del análisis económico descubiertos al menos por dos estudios distintos: la programación lineal, por Kantorovich (1939), Hitchcock (1941), Koopmans (1942) y Dantzig (1947). La macrodinámica: Frisch (1933) y Kalccki (1935). La función de consumo: Modigliani-Brumberg (1954) y Friedman (1957). Los procesos cumulativos: Thornton (1802) y Wicksell (1898). El acelerador: Aftalion (1909) y Clark (1917). La ventaja comparativa: Torrens (1815) y Ricardo (1817). El crecimiento balanceado: Cassel (1918), Harrod (1939) y Domar (1946). El equilibrio general: Walras (1874) y Fisher (1892). La renta diferencial: Anderson (1777), West (1815) y Malthaus (1815). La frontera de posibilidades de producción: Fisher (1925) y Haberler (1930). La igualdad de las utilidades marginales ponderadas: Gossen (1854), Jevons (1871) y Walras (1874). La distribuciòn según la productividad marginal: Thünen (1842), Menger (1871), Clark (1890), Wicksell (1893). Las arcas del mercado: Rau (1844), Launhardt (1885), Cheysson (1887). El multiplicador: Tugan-Baranowsky (1901), Johannsen (1908), Aftalion (1909 ( y Kahn (1931). Crecimiento neoclásico: Tibergen (1942), Tobin (1955), Solow (1956) y Swan (1956), etc.


Cincuenta años empujando

Este hecho espantoso, la guerra, que sólo ocurre con tanta crueldad en las sociedades humanas y que apunta a destruir al hombre, no pareciera ser el portador sino de plagas y muerte. Sin embargo, al concluir la guerra, el anhelo de una paz perpetua lleva a imaginar un mundo mejor, al menos por un tiempo. También se incluye al otro en el horizonte de cada cual: el atraso, miseria o marginación de un pueblo le duele a toda la humanidad. Tras crearse la ONU, se vio la necesidad de enfoques regionales para hallar respuestas mejores para cada continente. En 1947-8 se idearon y crearon cinco comisiones económicas regionales, dependientes del Consejo Económico y Social: para Europa (que dirigió Gunnar Myrdal), Africa, Asia y Pacífico, Asia Occidental y América latina. Esta última se fundó el 25 de febrero de 1948. Se puso a su frente al mexicano Gustavo Martínez Cabañas y formó un grupo de una docena de jóvenes economistas, entre ellos el brasileño Celso Furtado y el argentino Alizón García. Celebró en Santiago de Chile, en junio de 1948, su primer período de sesiones. Raúl Prebisch, por entonces, enseñaba en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y ya era una celebridad. Fue invitado a presentar un informe al segundo período de sesiones, que se celebró en La Habana en mayo-junio de 1949. No lo pensó mucho, y en enero del ‘49 dejó un cargo del que lo empujaban a salir y, ya casi cincuentón, se trasladó a Santiago a reconstruir su vida y a redactar El desarrollo económico de América latina y algunos de sus principales problemas, hoy conocido como “el manifiesto”. Su comienzo -dirá Furtado- era un grito de guerra: “La realidad está destruyendo en América latina aquel viejo sistema de división internacional del trabajo”. Su presencia en Santiago y luego en La Habana, el fervor que despertaba entre los jóvenes economistas, no dejaban dudas sobre quién sucedería a Martínez Cabañas. Prebisch dirigió la CEPAL entre 1950 y 1963. “Y nos pusimos a trabajar juntos -escribió- en la obra de la CEPAL, comenzando por la interpretación teórica, por el análisis de la realidad latinoamericana, sin preconceptos, haciendo campo raso de ellos para intentar interpretar nuestros propios fenómenos. Así llegamos en nuestros primeros informes a hablar de la industrialización. Señalamos aquella debilidad congénita de la periferia para retener parte o todo el fruto de su progreso técnico”.