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Por M. Fernández López
Inventos: centro y periferia
Raúl Prebisch comenzó a hablar de centro y periferia en 1940, pero comenzó a estudiar economía en 1918 y una de sus lecturas pudo haber sido la obra principal de John Bates Clark, publicada dos décadas antes. Clark fue discípulo de Knies en Heidelberg. El historicismo alemán no le era ajeno y tampoco el socialismo cristiano. En pleno auge del institucionalismo, eligió otra opción: trabajar en el frente teórico. En Distribución de la riqueza (1899) desarrolló la teoría de la productividad marginal, base de su teoría de la distribución. Para Clark la teoría no era un epílogo, sino el prólogo a la explicación de la realidad. Recuperó las categorías estática y dinámica de Stuart Mill. La estática fijaba condiciones ideales, y la dinámica incorporaba los datos concretos: redúzcase la sociedad a un estado estacionario, permítase a la industria operar con total libertad, dése absoluta movilidad al trabajo y al capital y se tendrá un régimen de valores naturales. Pero Distribución de la riqueza decía más. Clark captó la extensión planetaria de la economía de libre mercado -hoy llamada globalización- que esos tiempos lideraba un pequeño núcleo de países (Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón) que desplegaban la segunda revolución industrial. Y distinguió entre países líderes y países organizados por los primeros. En aquellos el mecanismo de mercado operaba con precisión. Pero en los países exteriores al núcleo la respuesta de mercado es lenta e imperfecta: Una frontera general se traza en torno a las naciones civilizadas que constituyen el centro económico del mundo. Dentro del área interior a la frontera, las influencias económicas son activas. Al trasponer la frontera general, tales influencias operan de modo comparativamente débil. Entre las áreas interior y exterior hay grandes diferencias en valores y tasas de salarios e interés. Un mismo hecho producido en el mercado no podría dar iguales resultados en áreas de desarrollo tan disímil. Con Prebisch, el concepto alcanzó otra entidad: Es una de esas ideas -según Adolfo Canitrot- que lanzan un modo de pensamiento, que reforman el modo de pensar la realidad.
Es una de esas ideas cohesionantes que permiten repensar completamente los problemas planteados hasta entonces, y como resultado de lo cual todas las ideas recibidas hasta ese momento se ven como inadecuadas.
Inventos: el multiplicador
Se considera que el primer multiplicador fue inventado por Richard Kahn en 1931 y confirmado por formulaciones similares de Harrod y Keynes en 1933, previas a la aparición de la Teoría General en 1936. Sin embargo, el multiplicador no es sino el número de veces que una progresión geométrica infinita supera al valor de su primer término. Por ejemplo, alguien recibe $300 y gasta 80% en bienes del país y 20% en bienes importados. Quien le vende bienes locales, percibe $240; si los gasta del mismo modo que el primero, otros perciben $192, y así sucesivamente. La suma de infinitos términos 300 + 240 + 192 + etc., totaliza: 300 x (1/1 - 0,8) = 1500. El multiplicador, o relación entre la suma de infinitos términos 1500 y el valor que le dio pie inicialmente, 300, es 1500/300 = 5. Un ingreso inicial de $300, gastado a razón de 4/5 en cada etapa sucesiva, multiplica el ingreso del conjunto cinco veces. Tales progresiones ya aparecen en la Segunda carta al abate de Cicé (1749) de Turgot, un abuelo de la idea. Otro precedente es Lombard Street (1873) de W. Bagehot; también El circuito del dinero y el mecanismo de la vida social (1903) de Nicolas August Ludwig Jacob Johannsen; Fluctuaciones industriales (1927) de A. C. Pigou; y El impacto sobre la coyuntura de una expansión de los bienes (1930) de Alfred Schwoner. Sin embargo, el invento tiene un falla esencial: ignora la duración temporal de los procesos económicos. Cada acto económico dura cierto tiempo, y la suma de infinitos actos sería igual a infinito tiempo. Y como Keynes mismo dijo (en 1924): en el largo plazo estaremos todos muertos. James Tobin, al recibir su premio Nobel, afirmó que el economista en funciones de político económico debe hallar respuestas para un período de tiempo determinado, por lo general muy breve. Prebisch resolvió el problema de los infinitos pasos, sumando sólo el número de pasos posibles en un año. Si la oferta monetaria pasa de mano en mano (o rota) cuatro veces en un año, la suma significativa para la política económica sería, en el ejemplo anterior: 300 + 240 + 192 + 153,6 = 885,6. El multiplicador aquí, es 885,6/300 = 2,9 o casi 3; vale decir, bastante menor que el propiamente llamado multiplicador keynesiano (igual a 5). Para distinguir ambos multiplicadores, Prebisch llamó al suyo coeficiente de expansión monetaria, que es sin duda el único aplicable a efectos prácticos.
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