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Blopa de Los Tintoreros y Caco Bejarano de SUDACA
Japón y Jamaica salen a la cancha
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Uno es Nisei, genéticamente japonés. El otro, hijo de madre cubana. Uno toca rock fuerte, de linaje inglés. El otro reggae afro. Uno posee la figura del nipón bajito y con ojos balcón. El otro, las clinas rastas y el aire caribeño incrustado en su tez oscura. ¿Qué tienen que ver entre sí? Este mes, por lo menos, los dos se ligarán alguna cargada, algún comentario al pasar o la mirada extrañada. Esto es Argentina, no olvidemos.
Primero descartan pertenecer al género de los rockeros antifútbol. Caco Bejarano se jacta de haber nacido pelota al pie en las esquinas del barrio. Y admite que va a ver a Newells y a Central con idénticas pilas (sic). |
Y Blopa, fana de River, llegó a jugar en la tercera de Flandria. Ambos casados y con hijos alucinan combatir con sus mujeres para ver 270 minutos de fútbol por día. Y piensan en un paréntesis para la actividad musical (Tintoreros sólo se presenta un día antes de Japón-Argentina ¿presagio de fiesta? en el centro Okinawense, y SUDACA toca junto a Los Cafres el 19 en Rosario)
A la hora de los pronósticos, Blopa no tiene duda, aun previendo batallas intestinas con su padre (hincha a muerte de los asiáticos): los japoneses, si quieren pasar la primera ronda, que le recen mucho al Buda. Cuando se enfrenten, aguante Argentina y muera Japón`, apunta tajante.
Sin embargo, lo ¿preocupa? el recuerdo del último amistoso entre ambos seleccionados ese día pensé que Japón de la paliza abandonaba el fútbol, pero me equivoqué. Caco dice me encanta el fútbol de Sudáfrica, quiero que sea el campeón ganándole a Argentina en la final. Entre tanto futbol por venir, el rosarino-rasta se entusiasma y desafía al argentino-nisei para un picado. Y Blopa, después de aceptar, se anima: Váyanse preparando porque el partido más importante del año va ser entre SUDACA y Tintoreros. Lo que puede el fútbol ¿no?
C.V.
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La pregunta de siempre: ¿Maradona o Pelé? |
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LA PELICULA DEL MES
Ronaldo, Batistuta y Boogie nights
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Paul Thomas Anderson. En los años 70 Hollywood se animó a mostrar lo que nunca antes, impulsado por la caída de la tradicional censura cinematográfica y la ambición de los nuevos directores hippies que tomaban la industria por asalto. Las historias empezaron a contarse en tiempo real, incluyendo ³las partes aburridas de la vida² que Hitchcock se salteaba en sus thrillers. Y el sexo se mostraba con un realismo inédito: muchos creyeron que los protagonistas de Ultimo tango en París lo habían hecho de veras, y es probable que esto sea cierto en cuanto a los de Venecia rojo shocking. Jack Horner, el pornógrafo encarnado por Burt Reynolds en Boogie nights, representa la otra cara del fenómeno: un director de películas para adultos que sueña con ser reconocido como un verdadero cineasta. A fines de la década, cuando la cocaína era moneda corriente en rodajes, discotecas y estudios de grabación, semejante consagración parecía al alcance de la mano. Doblando el codo de los 80, la realidad demostraría que ³iluminados² como éstos y muchos otros estaban colgados de la palmera. Boogie nights cuenta ese periplo a partir de Horner y su ³familia² laboral: una actriz consagrada en el género (Julianne Moore), otra más joven que sigue sus pasos (Heather Graham sobre patines) y, especialmente, el joven ³Dirk Diggler² (Mark Wahlberg, ex rapper y modelo de Calvin Klein) como el ingenuo portador de un pene de 32 centímetros. Como antes pasó con los de Pulp Fiction y Trainspotting, los personajes de la película aquí estrenada como Juegos de placer permanecen en la memoria del espectador, y no sólo por sus atributos más evidentes. El responsable de tal hazaña se llama Paul Thomas Anderson, nació el primer día de 1970 y se inspiró en una colección de revistas porno que pertenecía a su padre (Dirk Diggler tiene mucho en común con el ³padrillo² porno John Holmes, muerto de sida hace una década). Antes de esta película dirigió Vivir del azar (Hard eight, 1996), vívida postal de Las Vegas que se consigue en video y muestra, también, hasta qué punto Anderson domina el arte de narrar. Todo ello recurriendo, como Tarantino, al estilo tranquilo pero atrevido que hizo eclosión en el cine de los hoy tan revisitados años 70. El resultado, Boogie nights, es uno de los films capitales de los 90, y viene acompañado de su correspondiente soundtrack-basura con polillas y nostalgia: va del monótono ³Fly, Robin, Fly² (Silver Convention) al adolescente ³Jessie¹s girl² de Rick Springfield. De visión y escucha imperdibles.
Fernando Chiappussi
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