Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
 

Todo por 1.99
Clara de noche
fueIserá


E-mail

Volver


Convivir con Virus

Gustavo dice “tuve que dejar de tomar cocaína compulsivamente”. Gustavo hace: “¿Te molesta si me tomo un saque?”. Sólo media hora después, pide permiso como si tuviera que pedirle permiso a alguien más que a él. Al fin y al cabo es su cerebro el que queda pegado al canuto, el que se escurre como si lo chuparan desde el espejo donde él se mira esnifar, se ve tomar. Y después guarda todo rápido. Que no se note mucho. Que no lo descubran. Porque él dejó de tomar COMPULSIVAMENTE. Sólo un toque después de comer. Tal vez alguno más cuando está borracho. Por ahí si tiene mucho sueño. La cuestión es que la tiene que buscar, comprar, probar, tener algo con que picarla, con que esnifarla. Le guste o no, él toma. Y tomar no es gratis. Conozco mucha gente que dice que puede controlarla, que sólo toma de vez en cuando. Pero lo que no soporto es que digan que no toman. Pocas drogas te llenan tanto de culpa como la merca. Y si encima uno vive con vih, la culpa puede ser un agujero negro del que nunca se sale igual. Nadie que haya probado ese maldito polvo (me hago cargo del adjetivo) puede obviar esa barranca abajo que es el final de un papel, de una noche de “parrilla”. Horas de insomnio y temblor, echando humo como si de eso se alimentara tu cuerpo, buscando algo de alcohol, un somnífero al menos, todo junto para que sea rápido, para que el sueño cure esa ansiedad sin fin, esa insatisfacción que no pasa con sexo, no pasa con palabras, no pasa verificando que los ruidos no anuncien una tragedia o que detrás de la puerta aceche el enemigo. Seguro que entonces uno desearía no haberlo hecho, no sentir el cuerpo como un saco de huesos que apenas puede coordinar en movimientos simples, ese ánimo asesino que no soporta los ruidos ni las caricias. Es verdad, si uno toma menos los síntomas pueden ser menos. Pero esa acumulación de insatisfacción se va convirtiendo en una semilla de violencia, de intolerancia. ¿Cuál es? Sí, es fácil decirlo cuando el papel no está adelante. Cada cual es dueño de su cuerpo. Pero yo he visto morir amigos por no poder despegarse de ese vicio tan frustrante. Gente que abandonó. Entraban al hospital y salían para seguir tomando. Ni siquiera cogían, ni siquiera comían, ni siquiera se reían. Siempre apretando las mandíbulas o buscando una vena sana donde poder picarse una vez más. Una vez más. Para mí la cocaína es una droga de mierda. Una droga para yuppies que necesitan estar despiertos, producir obsesivamente y no perder el tiempo en placer. Cada uno puede hacer lo quiera, pero estar vivo es una responsabilidad. Ninguna cura viene en pastillas, ni para la angustia ni para el sida. Hay que tener ganas de estar vivo, hay que encontrar razones para eso. Y la cocaína, estoy segura, es un poderoso corrosivo que borra de tus ojos la belleza.

Marta Dillon