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¡Vitaminas y jugos frescos!,
exclama el artista hip hop conocido como Mike D (Mike Diamond en realidad) mientras saborea una ensalada de fruta como para subrayar su credo naturista. |
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Y continúa como si se tratara del consejo de un nutricionista:Mantenerse hidratado, beber agua en cantidades. Esto lo dice señalando las botellitas de agua mineral que circulan por la mesa alrededor de la cual se sienta un grupo de periodistas latinoamericanos, convocados para conversar con los Beastie Boys sobre el lanzamiento de su Hello Nasty, su nuevo disco, el que rompe una abstención de cuatro años de grabaciones en estudios (Ill communication, el antecedente inmediato, data de 1994). El encuentropresentación mediática transcurre en las oficinas neoyorquinas del sello Capitol, ubicadas en un edificio sobre la elegante Madison Avenue. La receta del desgarbado y locuaz Mike no se refiere a un programa de vida saludable, sino que intenta responder con una broma a medias a la pregunta de cuál es el secreto de supervivencia de esta banda de rappers blancos, la más famosa e importante del género, que suma ya quince años en la escena musical universal. Realmente no sé, algunos grupos duran y otros no, se rinde finalmente (y para salir del paso) con un leve encogimiento de hombros. Me gustaría dar una respuesta mejor pero no se me ocurre ninguna, dice finalmente.
Con un estilo más sobrio pero tan accesible como Mike D., el budista y casi rapado Adam Yauch (antes conocido en la nación hip hop como MCA) atribuye la permanencia a que nos respetamos y nos damos mutuamente espacio para hacer cosas distintas. Deleitándose luego de las frutas con una poco naturista galletita de chocolate, Mike D ofrece más explicaciones, quizás inspirado por la química de la cocoa: Posiblemente una persona que esté afuera del grupo pueda tener una mejor perspectiva para dar razones de por qué estamos juntos. La clave quizás radique en que nosotros todavía disfrutamos cuando trabajamos juntos en un disco y hacemos grabaciones. Nos divertimos mucho y nos llevamos bien. En esta reunión, Adam Ad Rock Horovitz está ausente con aviso. Un problema de garganta que lo tiene a mal traer le ha impedido unirse a sus compañeros, dedicados a las tareas de promoción de su nueva obra -6 de julio, fecha de lanzamiento mundial- compuesta de 22 soundtracks, con muchas canciones que podrían definirse como b.boys marca registrada y algunos temas puramente instrumentales en los que el grupo experimenta por primera vez con ritmos del jazz latino, el dub jamaiquino y la música brasileña, específicamente con la hoy venerada y revalorizada bossa nova. Algunos de los temas son más `loungy, con una música más suave si se la compara con nuestra producción anterior. Esto es por el interés que hemos desarrollado en la música brasileña. Particularmente, la de las décadas del sesenta y setenta: Antonio Carlos Jobim, George Ben Jor. También nos gustan Os Mutantes. Pero pienso que el CD suena bastante como las calles de Nueva York. Hay algunas melodías y palabras de esta ciudad que son inconfundibles, explica Yauch. Ambos dicen que no creen que desilusionarán a su audiencia, a los amantes del rap duro, el hip hop y el hardcore intenso que la banda desarrolló en todos estos años, en esta vuelta de tuerca de su creación musical. Yauch lo toma de manera zen: Algunos criticarán una parte del CD y otros, otra. Mike D. acuerda que no se puede agradar a todo el mundo todo el tiempo. A veces tenemos suerte y cosas que nos gustan a nosotros también le gustan al público.
Adam afirma que está orgulloso de la independencia creativa de la banda. Desde que este grupo empezó, siempre hicimos la música que nos gustaba y hubo veces en que nos sorprendimos de que también le gustase a otros. Y en la selección de canciones seguimos todavía lo que nos dicta el corazón y ponemos lo que nos suena bien a nosotros, más allá de lo que pueda ocurrir, es decir, del agrado o desagrado de la gente. Aunque hay quien pueda sostener que la presunta espontaneidad en las varias tareas paralelas que emprenden --su sello grabador Grand Royal, una marca de ropa y los conciertos políticos pro libertad del Tíbet que inexorablementeponen la etiqueta Beastie Boys en el tapete-- sean en realidad producto de una afinada estrategia empresarial, ellos niegan que exista premeditación y alevosía en la coordinación de esfuerzos. Ocurre que a cada uno de nosotros nos interesan cosas diferentes y esto no tiene que ver con la banda. Como la venta de ropa, uno de nosotros, Mike D, se interesó en hacer T-shirts y en los medios apareció inmediatamente que los Beastie Boys tenían una fábrica de ropa. En realidad, las diversas actividades tienen más que ver con cada uno de nosotros interesándose por cuestiones distintas que con la banda en sí misma. Quiero decir que todo esto no es relevante para nuestra actividad como grupo musical, sostiene Yauch.
De la misma manera casual, explican su invitación a Sean Lennon, hijo del asesinado Beatle John, a grabar en Grand Royal. Hasta que el disco apareció, yo no me di cuenta de que la gente podía tener tantos preconceptos, de que muchos ven a Sean como un miembro de la realeza musical. El es una persona muy abierta, tremendamente talentosa y con un gran amor por la música. No se aprovecha de su linaje musical ni mucho menos. Es exactamente lo contrario a un miembro de la realeza. Decidimos hacer el disco de Sean porque habíamos andado juntos por Nueva York, teníamos amigos en común y nos dimos cuenta de que compartíamos muchas cosas. Sean quiso grabar con nosotros porque lo conocemos bien y conocemos su música; de la misma manera que Capitol conoce la nuestra, cuenta el baterista.
Pero cuando se trata de causas políticas, la casualidad desaparece y la intencionalidad se pone de relieve. El 13 y 14 de junio tendrá lugar el tercer Tibetan Freedom Concert (Libertad tibetana) que será en Washington D.C. para que tenga un impacto político más poderoso, enfatiza Mike D. Como reacción anticipada, el gobierno de China ha prohibido la entrada al país a todos los artistas que participan en el concierto.
-¿Cómo se sienten con la prohibición?
Es un signo positivo --se entusiasma Mike D--, lo interpreto como un reconocimiento del gobierno chino de que esto está causando un impacto. Me parece que lo sienten como una amenaza de que para ellos puede haber cambios algún día. Y para Occidente también es un signo. Obliga a la gente a pensar qué es lo que significa ser chino y que los derechos humanos sean violados. El budista Yauch agrega: Esto (la prohibición a los artistas) es una pequeña prueba tangible de lo que se está viviendo en el Tíbet y en China.
-¿Pero realmente creen que los conciertos y la música de rap pueden hacer que los jóvenes entiendan y les importe más lo que pasa en China?
-Adam Yauch: Es un poco complicado. Nosotros intentamos usar la atención que provocamos en el público para también atraer la atención en lo que está pasando en un lugar remoto, en el otro lado del mundo, donde se intenta destruir una cultura y un pueblo. A veces esta combinación no va bien junta, y se han producido episodios de violencia en los conciertos que no tienen nada que ver con nuestra causa, pero otras veces logramos el resultado esperado. Un gran número de personas entiende perfectamente el sentido de lo que nosotros hacemos y nos apoyan.
Con cortesía e implacabilidad, una asistente de Capitol solicita que la
próxima pregunta sea la última. Inevitablemente, el interrogante se centra en un posible regreso a la Argentina, donde su presentación en 1995 en el estadio Obras todavía se recuerda. Ellos también lo recuerdan con mucho agrado. No será este año, pero definitivamente queremos volver por ahí y también queremos visitar otros países de Latinoamérica. Quizás el año que viene, dice Yauch dejando abierta la promesa.
Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
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Hello Nasty, pura inspiración
Volver al futuro
Sería el colmo de la liviandad remitir el viaje interior por HN al de un simple, común y corriente disco de hip hop blanco. No lo es, pese a que el infeccioso Intergalactic que ya suena en la radio, haga pensar lo contrario. En todo caso, los Beastie Boys conceden en esos casi cinco minutos de rimas intercambiables, samplers, scratches varios, voces espectrales y un vocoder resucitado. El resto es pura experimentación sonoro-rítmica, en el primer y verdadero álbum retroprogresivo que alumbra la década. Sonido de hoy construido por constantes referencias al pasado, eso es retroprogresivo, hoy en día, cuando la palabra progresivo vuelve a sonar familiar a los oídos (pero por otros motivos). Hello Nasty es un collage inspirado y anárquico de voces, instrumentación y recursos tecnológicos en donde se funden pasado, presente y futuro, un lobo psicodélico con piel de cordero hip hop. El Dalai Lama, Antonio Carlos Jobim, Carlos Santana y Marvin Gaye conviven, espectrales y sin ser mencionados explícitamente, en los 22 minitours musicales por tres cabezas privilegiadas. Cuesta creer que se trate de aquellos jóvenes que pedían combatir por el derecho a la fiesta, a caballo de un riff headbanger, hace 13 años. Lo que hoy exhiben es una tremenda capacidad de asimilación estilística hacia ritmos que amplían, funden y potencian los colores de su música. Entonces, hay lugar para la ¡bossa nova! acustizada, el dub humeante -gentileza del maestro desquiciado Lee Scratch Perry-, el soul de las películas de acción de los setenta, la audacia psicodélica y hasta para el rock latinoide que en América consumieron vía Santana en los setenta. Hay rap por supuesto, enfermizo y desconcertante, poblado de pequeños gustos que se dan estos ex chicos de gorrita y zapatillas de básquet, hoy semiagitadores políticos, bichos de estudio, furiosos zapadores de garaje. Músicos en todo el sentido de la palabra.
ESTEBAN PINTOS |
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DISCO
POR DISCO |  |
Licensed to ill (1986).
El Walk this way de Aerosmith/Run DMC entreabrió la puerta, y un trío de blanquitos de Brooklyn llega para terminar de abrirla a patadas y llevar su disco al número 1. Con el único respaldo de baterías y guitarras programadas, los B-Boys se bancan las acusaciones de machismo e intolerancia a caballo de himnos como Fight for your right (to party), Girls y especialmente No sleep til Brooklyn. Potencia pura.
Pauls boutique (1989).
El opus dos menos esperado: el trío arranca del rap para realizar una intrincada ingeniería de samples y loops que toma referencias de todos lados. Uno de sus discos más trabajados, inspirado en las suites de Abbey Road y con piezas de colección como Shadrach, Hey ladies y la magnificente mezcolanza de B-Boy Bouillabaise.
Check your head (1992).
Las Bestias se ponen a tocar, y pelan un disco peligroso, duro, sucio y sin concesiones. Reaparece el hardcore de las primeras épocas, pero además hay funk y soul, un enamoramiento que ya no abandonará a la banda. El tema insignia es Funky boss, pero no pueden despreciarse gemas como Gratitude, Whatcha want y Somethings got to give.
Some old bullshit (1993).
Para matar la espera, una recopilación de los primeros y más salvajes años del grupo, incluyendo un tema que les acarreó no pocos problemas: Pussy.
lIl communication (1994).
Otra vez la referencia a enfermar, otra vez el número 1. Esta vez con Sabotage, un tema demoledor y un video notable, que sirven como presentación de un disco sin desperdicio. B-Boys makin with the freak-freak, las flautas de Sure shot y el final tibetano de Shambala y Boddhisattva vow ponen al grupo en el término medio justo entre lo tocado y el trabajo de perillas.
EDUARDO FABREGAT
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