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Todo por 1.99



DEMIAN, FAN-GUITARRISTA
En el nombre de Stevie Ray

Demián Domínguez

Demián Domínguez tiene 19 años y encontró que la mejor forma de declarar su amor por Stevie Ray Vaughan, su ídolo, era empuñar una guitarra. El romance empezó a los doce. “Estaba empezando a tocar con mi viejo que también es músico y lo descubrí. Dije ¡chau, no se puede tocar así!. Era un fuego.” Demián, que por aquel entonces apenas si dibujaba en sus oídos a Manal, Pescado y otros próceres, encontró en la maravilla de Austin, Texas, su propia estrella. “Me di cuenta que no podía dejar de escucharlo y entonces decidí imitarlo. Mi papá me ayudaba con lo yeites. Luego de un tiempo lo saqué igual.” De allí en más el fanatismo tomó forma definitiva. Metido de lleno en la experimentación de copiar cada detalle compró la Stratocaster blanca, protagonista esencial de su viaje. Aunque aclara: “no es la misma que él usaba, tampoco las cuerdas. Sin embargo el parecido que logré es muy fuerte. Era una cuestión personal, tenía que sacarlo sí o sí”. En setiembre del 94, su momento cumbre: a los quince, fue telonero de Jimmy Lee... Vaughan, en aquel show desierto de la cancha de Huracán. Después compartió escenarios con los veteranos: Black Amaya, Willy Quiroga, Ricardo Mollo y Pappo. Fascinados con la similitud de la copia lo alentaron a seguir, pero ya se venían otros tiempos. “Vaughan me sirvió en mi aprendizaje pero después entendí que tenía que hacer mi música. No me gusta eso de colgarse la bandera como hacen los Danger Four.” Junto a Javier Dular y Diego Otero formó La Demián Band, un trío en el que se anima a cantar y que define simplemente como “un grupo de rock and roll y blues”. Ahí empieza otra historia.

Luis Vívori


HISTORIAS DE BABEL

Nunca fue sometido por ningún gurú de la religión ni de la ciencia. Más allá de una soberbia proyección mía, me hizo conocer el dolor de los humillados sin que yo sufra sus ofensas o sus penas. Más allá del Partenón o las magníficas historias de mitología que aún suele narrar, la emoción del recuerdo se me queda anclada en una oxidada boya de hierro hacia donde él solía nadar furiosamente hasta llegar exhausto. Desde ahí, su lugar, veía su pueblo, su mundo. Ahí, tal vez sintió en su boca el gusto salado de la frustración que genera la injusticia, cuando supo que no le sería entregado el primer premio en narrativa que limpiamente había ganado. Ahí, tal vez supo que su apellido no rimaba con los intereses del Ministerio de Educación. Desde esa boya, las palabras comenzaron a adquirir dimensión temporal, cada instante, compuesto de imágenes gráficas, germinaba tras sus ojos cerrados, la alquimia poética se convirtió en una forma de vida y la sangre actuó como catalizador de lo inmemorial, la nostalgia de aquello que desborda las sensaciones, la materialidad de su tiempo habla de la sensual quietud de las olas, madura pacientemente un espacio de agradable soledad, donde el alimento es el sol y la sangre.

Eludió sagazmente la locura que hubiera significado no romperle el mentón a un estúpido profesor y cambió su vida. De no haber pegado esa piña tal vez hoy estaría internado en una triste oficina sin haber saboreado el vertido de la vida.

El sabe de la continuidad entre Dedaló e Icaro, la belleza que surge del vuelo y de las geometrías del extravío, aunque el final sea el mismo, sabe que la belleza está abierta a quienes quieran saborearla. Si la vida es todas esas miradas y paisajes griegos que se me cruzan desde la infancia, y finalmente yo soy él, entonces las lágrimas de esa boya son el mejor vino que jamás haya bebido.

A mi viejo.

Andres Mouratian


Mundo fanzineroso

Fanzines locales

Manjar ribonucleico: “Revista que surge de una combinación de ácidos que provocan la exaltación del espíritu y, por consecuencia, compulsión a la lectura. Pieza de colección. Objeto fetiche”, reza el mínimo manifiesto del primer ejemplar de esta publicación dirigida por tres señoritas. Este número corresponde al verano de 1998, pero pronto estará disponible el N-o 2. Se consigue en disquerías y ciclos de rock varios. ¡¡Y todo gratis!!

Catzole: La revista de comic independiente de más continuidad en los últimos años no para de sumar páginas e imágenes gore a todo color. El número 12 (abril ‘98) incluye tapa desplegable con una impresionante pintura de Rovella/Sanz, los motores del zine. Se consigue en comiquerías y/o en el Parque Rivadavia. O en los ciclos de cine bizarro, de que los ellos no se pierden una sola proyección.

Arkanov: Lázaro, Bulzomi, Gato, Dante y Sero realizan el número 1 de este fascículo con historias de la ciudad de Jardinia. Gente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que entrega, junto con la revista, Vive Jardinia, el diario de esa ciudad, con cobertura de los hechos que aparecen en las revistas y entrevistas a los personajes. Se consigue en Puán al 400 o en los recitales de El Club. Todo por $1.90.

Cajas: “Aprender a vaciarse es estar listo para recibir lo nuevo” declaran los realizadores de esta impresionante revista de comix. El número 2 recorre y experimenta con las más modernas tendencias de la historieta mundial. Ecos del estilo de Dave McKean, collages e imágenes digitales se mezclan con la crudeza de dibujos como los de Angel Mosquito. Cuesta $4.25, pero su aporte artístico sobrepasa el precio de tapa.


Pasó el Sonar ‘98 en Barcelona

El paraíso tecno

Las chicas que muestras sus generosas formas desde el afiche no están promocionando una semana de teteteteté brasileño. Son la imagen de uno de los eventos más interesantes que suceden cada año en Europa, la cuna de la avanzada electrónica. Los números fueron bien claros en el paraíso de la música electrónica europea, que el fin de semana pasado fue el Festival Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia de Barcelona. 44 conciertos, 72 actuaciones de dj’s y más de 40.000 personas sucedieron en centro culturales y de convenciones, playas de estacionamiento, conventos, plazas y patios de la ciudad condal española, con las rimbombantes apariciones de los venerados Kraftwerk y del sueco Jay-Jay Johanson, el crooner de moda (que decepcionó, luchando contra un mal sonido). Además, claro, estuvieron conspicuos representantes del trip hop británico como Purple Penguin, Colcut y Neotropic, del breakbeat como Les Rythmes Digitales y del house como Deep Disch, François Kevorkian y Ralph Lawson. Y además, un amplio abanico de actividades paralelas: feria discográfica, tecnológica, un ciclo de cine, presentaciones de CD-Rom, una exposición de diseño gráfico e instalaciones multimedia. Lo que se dice, una verdadera delicia. La pregunta es: ¿después del aluvión de raves -una moda compulsiva que se parece bastante a las pistas de patinaje sobre hielo, los videoclubes y las canchas de fútbol 5-, será posible organizar algo aquí que se parezca un poco a esto?