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| Por Rodrigo Fresán |
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Todo parece indicar que Bill Clinton y su primera dama van en camino de convertirse en el dúo presidencial más cinematográfico de la historia después de JFK y Jackie O. Tienen una ventaja: están vivitos, coleando y escandalizando. Motivos no faltan: juventud activista, ambición desmedida, camas hechas y deshechas, mentiras piadosas y de las otras. Y, por si esto fuera poco, son jóvenes y fotografían muy bien. Colores primarios, de Mike Nichols, y Mentiras que matan, de Barry Levinson, apuntalan los primeros tramos de lo que amenaza ser la Gran Película Norteamericana por entregas.
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